Crónica del Gran Premio Canal de Castilla 2014

¡En meta!

¡En meta!

Aviso: esta entrada es un cambio de tono. En lugar del estilo habitual, que pretendemos objetivo, más aséptico e intentando recoger las opiniones de los miembros de PRC y mostrar todos los puntos de vista posible, en este caso se trata de una experiencia personal contada en 1ª persona por uno de los integrantes, Visko (Eugenio González), y por tanto en un tono y forma diferente.

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El pasado sábado 19 de julio me desvirgué y, al contrario de lo que suele ser habitual, la experiencia no pudo ser mejor. Meses antes había decidido apuntarme al Gran Premio Canal de Castilla, en la que sería mi primera marcha cicloturista y mi primera vez pasando de 100 km en un día. Claro que la cosa no era sencilla, para empezar tenía que hacerme una bicicleta para el evento, que yo siempre había sido de BTT. Cogiendo piezas sueltas o de otras bicis que anduvieran por casa, el resultado fue más que satisfactorio.

Un cuadro Peugeot de Carbolite 103 del 83-85 con una vaina ya soldada tiempo atrás, bielas Campagnolo originales con pedalier más moderno, pedales mixtos Shimano (SPD por un lado, plataforma por el otro), un solo plato de 39 dientes con un cassette de BTT 8v 11-28, desviador Deore con palanca de cambio original en el cuadro, freno trasero original y delantero Shimano de doble pivote, manillar bullhorn con potencia de una BH Vento ochentera, sillín de cuero y muelles con una tija imposible de encontrar con tubo y nuez por separado (la original era muy corta) y ruedas Shimano modernas con gomas de 28 cm. Si a eso se le suman dos portabidones diferentes entre sí y un cubreplatos casero, queda un «Frankenstein» fantástico que lo mismo vale para el GPCC que para el día a día por León.

La bici en cuestión,

La bici en cuestión, «entrenando» en el pavés del Paso Honroso.

Con la máquina adecuada quedaba entrenar un poco, algo que, entre el mal tiempo y un inoportuno esguince de tobillo 10 días antes de la prueba, quedó en unos 500 km en tres meses. Como es lógico tenía bastantes dudas sobre poder acabar en tiempo, pero la inscripción a última hora de mi hermano (que anda mucho) mejoraba las perspectivas.

Llegó el día y había que estar a las 7:30 en Medina de Rioseco, así que tocaba levantarse a las 6 y desayunar rápido un zumo de naranja y unas tostadas. Una hora de coche después viendo amanecer por Tierra de Campos, llegamos a saludar a Víctor, el loco al que se le ocurrió esto, y coger los dorsales. Tras preparar nuestros «fierros» entre mucho carbono, nos acercamos a la salida en la Dársena de Medina. Víctor nos da las gracias, nos recuerda que esto es una marcha NO COMPETITIVA, presenta a la homenajeada Dori Ruano y menciona el Pasaporte del Canal…¡el Pasaporte! Corriendo al coche a por él junto con otro al que se le olvida, por lo que me pierdo la salida oficial y me uno a la marcha 30 metros después.

Empieza la neutralizada con lo que será una de las tónicas de la jornada: travesías preciosas por los pueblos con suelo empedrado. En Medina pasamos por sus soportales de los antiguos mercados, iglesias y conventos. La primera mitad del recorrido se caracteriza por sus repechos en los Montes Torozos, un páramo elevado y sus pequeños valles que le dan variedad al paisaje y a las carreteras. Para la mayoría no presentarán gran complicación, pero un culogordo como yo con 113kg en orden de marcha tiene que usar la táctica de los sprinters: empezar el repecho «delante» en el grupo, dejar que te vayan pasando, y recuperar ruedas y posiciones en la bajada siguiente, donde los kilos ayudan. De esta forma pasamos bajo el Castillo de Montealegre y la carreterita que le sigue, antes de llegar a una larga recta en un páramo con viento lateral donde a rueda del Panzerwagen de mi hermano antes del reagrupamiento y de llegar rápidamente al primer avituallamiento en Cabezón de Pisuerga. Riquísima la sandía.

Comentábamos el paisaje, plenamente castellano, con el dominante trigo roto por algunos girasoles, las vides de Cigales, algunos pinos escondidos en las laderas del páramo y los bosquetes de ribera junto al Canal. Algunos paneles solares y los molinos de viento anuncian los peligros del GP, el sol de justicia que hoy evitamos o el viento que sí sufrimos.

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Una experiencia fantástica en un gran recorrido

Por desgracia no pudimos pasar por la primera carretera blanca, que transcurre junto al Monasterio de Palazuelos. En palabras de Víctor, «les habían jodido el camino» por lo que el primer contacto con la tierra fue la sirga de Corcos. Rápida, en buen estado, la más corta y fácil de las tres sirgas y que además se coge con fuerzas. Para una que se puede hacer deprisa sin sufrir en las piernas, en el «tandem Peugeot» cogimos buen ritmo y fuimos pasando gente que se lo tomaba más tranquilamente. Si en las cuestas me costaba, en la tierra me sentía bien, habituado a hacer caminos con bicis de carretera y llevando ruedas mas anchas que la mayoría, en estos llanos no me lastraban los kilos.

Se pasa rápido la sirga y vuelven los repechos. Nos unimos a un grupo majo de gente del que me quedo subiendo y engancho bajando en las primeras dificultades, pero se acaban marchando y nos dedicamos a perseguirles y a casi pillarles, pero nunca llegando a hacerlo. Un terreno muy bonito, del que me gusta, con subidas cortas, bajaditas, una curva, un tramito de tierra… todo un acierto, en especial el paso por el castillo de Trigueros del Valle, y la rampa hormigonada de Quintanilla de Trigueros donde dar chepazos y espectáculo a la afición que anima.

El paso y avituallamiento completo, en Dueñas, fue una de las cosas más comentadas del día. Y no por lo bonito del pueblo, que lo era y mucho, sino por otras dos razones. Primero, la tarta de manzana, ¡vaya delicia! Y segundo, la trampa de después. Tras comer tranquilamente, te pones en marcha a subir una ligera cuesta empedrada por el bonito pueblo admirando sus calles, cuando de repente te mandan girar a la derecha y subir piñones… pues aparece una pared de hormigón, bien por encima del 20%, de unos pocos metros pero donde se sufre para no poner pie a tierra. Mi hermano la pasó como un obús, y yo superé la rampa en al bici… para una vez superada, casi besar el suelo. No se si me falló el tobillo o que pasó, pero la bici aterrizó y a mi me salvó sacar rápido la cala.

Ahí se acaba una primera parte marcada por los repechos, y llega la segunda mitad del recorrido donde toma protagonísmo el llano, la tierra y con rectas más largas y menos cambios de ritmo. La sirga de Soto de Albúrez es más bonita, larga y dura que la de Corcos, y el paso por la esclusa triple otra trampa a agradecer. Por desgracia, pinché justo antes de afrontarla, único pinchazo del día de la expedición leonesa. O por suerte, porque pocos sitios mejores para arreglar un pinchazo que junto a la bella esclusa.

Acabada la sirga se emprende el camino de vuelta entrando en la carretera a Ampudia, el tramo que menos se disfruta del recorrido. Primero se sube el Alto de Autilla, una carretera amplia, recta, con viento en contra donde sufrí bastante a paso de burra. En el alto, mientras nos avituallábamos, Víctor nos avisó del fuerte viento en contra posterior, pero ir a rueda tiene la ventaja de que no lo notas tanto.

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El barro puso la épica en el final de la prueba

Esto se acaba en el Monasterio de Alconada, donde repicaban las campanas a nuestro paso al estilo de Madonna del Ghisallo. En los dos fáciles tramos de tierra antes de llegar a Ampudia comienzan a caer las primeras gotas, algo que esperábamos, pero no esperábamos tanta agua después. Antes de ir dije que por lo menos hasta Ampudia llegaba por mis huevos… pero no fue así. A Ampudia llegué en buena parte por las piernas de mi hermano, lo de echarle huevos llegó a partir de ahí.

Rápida parada en Ampudia para avituallarnos, donde la chavalería chocaba la mano a todo el que llegaba. Salimos con 2 horas y 20 minutos para el cierre de control, ya confiado en que llegaría a tiempo, no contaba con el barro, claro. En una recta nos juntamos un grupillo de 4, con otro grupo de unos 8 unos cuantos metros por delante, y a rueda y a ritmo muy fuerte vamos poco a poco recortando la distancia para juntarnos todos… pero me llevan con el gancho, con la lengua fuera, y en un mini repecho mis piernas al rojo vivo dicen basta. Ya más tranquilos llegamos poco después a los tramos especiales finales.

En el tramo de Campos comienza a llover fuerte, pero el piso aguanta bien. Tramo bueno, en ascenso. Un gel a la salida y volvemos a la marcha. Entramos en el tramo de Meneses, pero a medio tramo aparece el barro que cada vez se hace más resbaladizo y profundo hasta que en un momento se empieza a acumular entre las ruedas y el cuadro y la bici se para. Con poco paso de rueda, en los frenos se acumula barro del tamaño de un puño. Mi hermano, con guardabarros, lo lleva peor todavía. Toca echar pie a tierra y caminar (tampoco resulta fácil pues la bici no rueda), pensando que si duraba mucho no saldríamos de allí en muuucho tiempo. Por suerte algo más adelante aparece una estrecha zona central más compactada, y tras arrancar todo el barro posible volvemos a montar en la bici, usando la plataforma de los pedales porque las calas no funcionan consiguiendo, despacito y con mucho equilibrio, salir del infierno de barro y afrontar la sirga final.

La sirga de la Dársena de Medina es una pasada. A favor de agua, es rápida, con varias esclusas, se cambia además de orilla, el firme aguanta bien la lluvia pero se hace dura por botes y piedras. Empezamos despacio pero fui cogiendo ritmo a medida que comprobamos que los charcos se podían pasar deprisa, me siento bien de piernas y estoy disfrutando mucho de nuevo. Adelantamos a Carmelo Ortega que saca la cámara debajo del paraguas y nos fotografía. Ya en los últimos kilómetros alcanzamos a un grupillo y con ellos hacemos el tramo final, donde las manos empiezan a decir que ya tienen bastante y, si bien de piernas aguanto mejor de lo que pensaba, tanto bote y 8 horas de bici me tiene el cuerpo machacado y doy gracias de llegar el final. Me han sobrado algo más de 10 minutos para el cierre de control. ¡Conseguido!

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Ciclos y ciclistas de todo tipo y condición

Lo mejor de la prueba es el ambiente. Si bien había un grupo con prisas, bicis de carbono y demás, por detrás la cosa era mucho más heterogénea. Maillots de todo tipo, bicis antiguas, de ciclocross, urbanas con cambio en el buje, BTTs reconvertidas, guardabarros, alforjas, de todo un poco para ambientar. Y gente maja, de cerca y de lejos, Melearri, Carlos que vino de Bilbao con lo puesto esa misma noche, el grupo de La Biciteca, Arturo… aunque nosotros hicimos buena parte del recorrido en tierra de nadie.

Devoramos la comida de después, y para mi sorpresa me toca algo en mi vida y sale mi dorsal en el sorteo: una crema, un bidón, el libro Ocaña y un tinto de Cigales. Intentamos ver el triatlón, pero como comienza a llover a mares de nuevo, la mayoría nos vamos a ver la exposición de bicis antiguas en la Fábrica de Harinas, con máquinas la mar de curiosas como una bici de trasmoto con la horquilla invertida. El balance final no puede ser mejor, pese a una rueda algo descentrada y a joder el móvil por no resguardarlo bien del agua. El año que viene repito, a poder ser en mejor forma para no ir tan pendiente de entrar en control y poder disfrutar más tranquilamente del camino.

Al que me lea, le digo que se anime y se apunte. Si yo pude, seguro que tú también puedes.

4 comentarios en “Crónica del Gran Premio Canal de Castilla 2014

  1. Estupendo relato de un día para recordar. Yo también estuve allí (soy el de la bolsa-mochila llena de barro) y confirmo que es una experiencia excepcional, incluido el aguacero final y el barrizal consecuente. Y, en esta ocasión al menos, los 163 km se me hicieron mucho más llevaderos de lo que esperaba

  2. Gracias por los comentarios. Melearri, me cruce unas cuantas veces con tu maillot preguntándome quien serías y te vimos pinchado en el tramo de ¿Alconada? que nos preguntaron dos compas por ti al salir. Y bio3358, lo del aguacero ya fue mala suerte pero eso, por los centenares de metros impracticables del tramo de Meneses, en el resto prestaba, y los charcos de la dársena de Medina eran muy divertidos!

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