GIRO DE ITALIA 2025 – Recorrido

Las demás entradas sobre el Giro de Italia 2025:

  • Historia (análisis general, orígenes, evolución, ciclistas, puertos míticos, recorridos, últimas ediciones).

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Como decíamos en el artículo previo, se trata de la 108ª edición de la «corsa rosa», con inicio desde Durrës, en Albania, el viernes 9 de mayo y final en Roma, la capital de Italia, el domingo 1 de junio, sumando un total de 3443 km (sin contar los tramos neutralizados) divididos en 21 etapas, con una media de 164 km por etapa, además de las 3 jornadas de descanso intercaladas, una más de lo habitual debido al traslado desde Albania al sur de Italia después del primer fin de semana.

Info en la web oficial / Libro de ruta (Il Garibaldi) (ver) / Video presentación

Como viene sucediendo los últimos años, no es fácil clasificar las etapas por su tipo de recorrido, habiendo varias que encajan en diferentes categorías. Pero se podría decir que hay 2 contrarrelojes individuales cortas, sumando entre ambas 42 km; 4 etapas llanas, aunque solo la de Roma y en menor medida Lecce realmente planas; 10 de media montaña, si bien 2 tienen los puertos muy lejos de meta y otras 2 son pequeñas cotas, mientras que hay 3 en los Apeninos muy duras; y 5 de alta montaña, todas ellas en los Alpes y en los últimos 7 días de carrera, aunque Bormio y Asiago son más bien 3/4 de montaña, destacando las jornadas de San Valentino, Champoluc y Sestriere, esta última con la Cima Coppi y puerto más duro de este año: Finestre.

PRIMERA SEMANA

Así pues, la carrera se inicia en Albania, con una etapa de media montaña de 160 km entre Durazzo / Durres y Tirana, la capital del país, con un inicio llano pero incluyendo a mitad de la ruta el puerto de Gracen, con 13 km al 6%, y dos vueltas a un circuito final de 22 km con la cota de  Surrel, cuyas cifras oficiales, 6,9 km al 4,6%, son muy engañosas, teniendo una zona de 1,3 km al 8%, con los 5 km finales al 5,5%, coronándose a 11 km de meta, la mayoría de descenso, siendo un comienzo de carrera muy movido. Sin abandonar Tirana, la 2ª etapa es una crono individual de casi 14 km, bastante técnica, sobre todo la 1ª mitad, con múltiples curvas de 90º -> plano, e incluyendo una pequeña cota, Sauk, a la última del km 8, con su descenso y llano final, siendo favorable para los rodadores explosivos, aunque por su corta distancia no marcará grandes diferencias.

El domingo, como última jornada en Albania, otra etapa de media montaña de 160 km, en este caso en torno a Vlorë / Valona, en la costa adriática, y con mayor dureza global, incluyendo los puertos de Shakelles, con 2 km iniciales muy duros; Qafa e Vishes, que no puntúa pese a tener 5 km a casi el 7%; y el precioso Llogara, oficialmente Qafa e Llogarasse, por esta cara con los últimos 10 km al 7,6, de media, sin grandes rampas pero muy constante. Una vez coronado, a 38 km de meta, fuerte descenso antes del llano final, con 25 km muy favorables para el trabajo de equipo, pudiendo haber reagrupamiento y sprint reducido, con una recta de meta de más de un km -> plano llegada. Después del descanso y el traslado al sur de Italia, etapa llana de 190 km entre Alberobello y Lecce, en el «tacón de la bota», incluyendo solo 2 pequeñas cotas en la 1ª mitad de la ruta, en un día para los sprinters. Eso sí, ojo a la peligrosidad del circuito final, de 12 km y al que se dan 2 vueltas, con una última curva a 300 m de la llegada, siendo la última llegada previa en 2003, ganando Petacchi.

La jornada siguiente, con 151 km entre Cessie Messapica y Matera, tampoco incluye grandes puertos pero sí tiene un tercio final tipo clásica, con varias cotas, aunque puntuando solo el muro de Monstescaglioso, con 2 km al 9-10%, y llegada tras varios repechos seguidos, si bien en general tendidos, con la meta picando hacia arriba, siendo el último antecedente en 2013, con victoria de Degenkolb. La 6ª etapa es la más larga de de esta edición, con 227 km entre Potenza y Nápoles, teniendo un perfil quebrado durante los primeros 160 km, destacando el ascenso a Monte Carruozo, de casi 20 km, aunque con descansillo intermedio, pero cuyo tercio final, con rodeo incluído, es muy llano, pudiendo triunfar una escapada o decidirse al sprint. Señalar que esta es la 4ª llegada seguida en Nápoles, con triunfos de De Gendt en 2022, Pedersen en 2023 y Kooij en 2024, aunque la ruta era distinta.

A partir de ahí, turno para los Apeninos centrales, con una jornada de 170 km entre Castel di Sangro y Tagliacozzo, siendo el primer final en alto de esta edición. Justo de inicio, subida a Roccaraso, con un tramo de 4,5 km a casi el 8%, para tras la zona de altiplano y un largo descenso afrontar el encadenado de Monte Urano, con 5 km al 9%, incluyendo uno al 12%, y el Vado della Forcella, sin grandes rampas pero muy largo, dando paso a otra larga bajada, con repecho incluído antes del llano previo a la subida final, inédita en la prueba, con los primeros 9 km muy suaves, al 4-5%, pero con una zona de 2,4 km al 10% muy cerca de la cima, para un total de 12 km al 5,5% de media, en un final para escaladores explosivos.

En la etapa siguiente, con casi 200 km entre Giulanova y Castelraimondo, continúa la media montaña, con un sube y baja constante que acumula más de 3500 m de desnivel, incluyendo 4 subidas puntuables (aunque podrían ser más), destacando Sasottetto / Valico di Sª Maria Madalena, con 12 km finales al 7,7% de media, con puntas del 14%. No obstante, tras coronar aún quedan más de 90 km para meta, con el ascenso a Montelago / Passo Salegri, que tiene los últimos 4 km a casi el 8%, antes de Castel de Sta. Maria, con tramos duros aunque no puntúa, y el muro de Gagliole, con 800 m al 11%, a menos de 7 km de meta, que pica hacia arriba. Una jornada exigente, rondando los 3700 m de desnivel, y muy propicia para las escapadas, con posibilidad de fuga-bidón si ningún equipo puede o quiere controlar. Sobre los antecedentes, el final es el mismo de la etapa reina de la Tirreno-Adriatico 2011, con victoria de Gilbert.

Cerrando la 1ª semana, turno para las pistas de tierra en una de las etapas más esperadas, con 180 km entre Gubbio y Siena, teniendo un perfil quebrado que incluye la subida a La Cima y ya en el tercio final 5 tramos sin asfaltar que suman casi 30 km de «sterrato», circulando por pistas ya conocidas de la Strade Bianche, excepto la 2ª: Pieve a Salti, Serravalle, San Martino in Grania (el más largo y exigente), Monteaperti y Colle Pinzuto, teniendo de hecho el mismo final de la clásica al terminar en la Piazza del Campo tras el muro adoquinado de Santa Caterina, con 500 m al 12%, y un corto descenso, en una jornada que puede resultar muy movida. Respecto a los últimos antecedentes, además de la propia Strade Bianche, con triunfo este año de Pogacar y 2º Pidcock, en el Giro 2024 hubo una etapa camino de Rapolano Terme con 3 tramos de este tipo, ganando Pelayo Sanchez por delante de Alaphilippe y Plapp.

SEGUNDA SEMANA

Tras el día de descanso, la prueba se reanuda con crono individual de casi 30 km entre Luca y Pisa, junto al mar Tirreno, teniendo un perfil básicamente llano, si bien con una subida muy tendida en la parte central y varias zonas reviradas, especialmente al inicio y final, así como la bajada de la mencionada cota -> plano. En cualquier caso, una contrarreloj muy favorable para los rodadores potentes, aunque siendo la CRI «larga» se echa de menos una distancia superior, como mínimo rondando los 40 km. Precisamente esa distancia tuvo la crono de Perugia en 2024, con triunfo de Pogacar, aunque el final era en subida, mientras que la de Desenzano del Garda era más similar a esta, con victoria de Ganna

Después de la crono regresa la montaña, con una etapa de 186 km en los Apeninos del norte, uniendo Viareggio y Castelnovo Ne’Monti, con 2 subidas no puntadas antes de San Pellegrino in Alpe (Passo di Pradaccio) -> subida completa, un coloso con 14 km finales a casi el 9% de media, incluyendo una zona de 2,5 km a más del 13%, estando entre los puertos más duros en carrera, y que se recupera 25 años después de su última ascensión. No obstante, desde la cima hay 92 km hasta meta, con un largo descenso en busca del encadenado de Toano, en general tendido, con 11 km al 5,5%; Villa Mimozzo, que da bonificación; y Pietra di Bismantova, con los primeros 5 km al 6-7%, aunque el final suaviza, coronándose a solo 5 km de la llegada, con una corta bajada, repecho y subida hasta meta. Por sí sola, una etapa interesante, aunque estando ya a mitad de carrera y siendo el regreso de San Pellegrino in Alpe, que no se incluía desde el Giro 2000, con exhibición de Casagrande, podrían haberlo puesto más cerca del final, por ejemplo acabando en Abetone. Y es que la zona da para mucho más -> propuesta de etapa reina.

La etapa 12ª, entre Modena y Viadana / Oglio-Po, tiene un inicio llano, zona central quebrada, con 2 subidas puntuables (Baiso y Borsea), y 70 km finales de nuevo llanos, incluyendo un circuito final de casi 22 km, en un día para los velocistas, pudiendo ser clave una curva cerrada a solo 400 m de la llegada -> plano del final. En la jornada siguiente, etapa de 180 km uniendo Rovigo y Vicenza, con los primeros 120 km bastante planos, con solo la subida a Roverello, pero con los 60 km finales teniendo un trazado tipo clásica, incluyendo 6 cotas, con la trampa de San Giovanni in Monte, marcado engañosamente de 4ª, teniendo un inicio muy duro, antes de un primer paso por meta, en el Santuario del Monte Berico, que tiene 750 m al 10%, y el circuito final en Vicenza, de 20 km y que incluye el muro de Arcugnano, con un km central al 9%, antes de repetir Monte Berico, ya como llegada. Señalar que este final ya se vio en el Giro 2015, en una etapa marcada por la lluvia, con triunfo de Gilbert por delante de Contador.

El sábado, jornada de 195 km entre Treviso y Nova Gorica / Gorizia, en Eslovenia, teniendo un recorrido llano aunque con pequeñas cotas en los últimos 50 km, incluyendo la subida a San Martino antes del peligroso circuito final, de 14 km y al que se darán (casi) 2 vueltas, atravesando zonas urbanas y con la cota de Saver a 8 km de meta, a priori demasiada blanda como para evitar el sprint … si bien en 2021 triunfó la escapada, con victoria de Campenaerts. De vuelta en Italia, larga etapa de montaña entre Fiume Veneto y Asiago, con casi 220 km y 3 subidas puntuables: el Muro di Ca’del Poggio, con un km al 12%; el mítico Monte Grappa -> historia , aunque al ser puerto de paso no se llega hasta la cima -> subida completa, subiendo además por su vertiente más «amable», con 25 km al 5,7%, siendo lo más duro el inicio; y tras su irregular descenso y una zona llana Enego-Dori, largo pero tendido, con 16,5 km al 5,4%, incluyendo una zona de 4,5 km al 6,5% cerca de la cima, coronándose a 28 km de la llegada, con una zona de repechos (ojo a Lazzaretti, con 1,5 km al 8%) y falsos llanos hasta meta.

Una etapa exigente por kilometraje y longitud de los puertos, con un tramo final que puede dar juego si la carrera va rota. No obstante, siendo la única etapa de alta montaña de la 2ª semana, se echan en falta subidas más rompedoras. Y era factible manteniendo salida y llegada: bastaba con cambiar la vertiente del Grappa, por ejemplo subiendo por Semonzo ( hay más opciones), con casi 18,5 km al 8% de media, y afrontar como último puerto Foza, con 13 km finales al 7% y coronándose más cerca de meta -> propuesta de etapa. En cuanto a los antecedentes, precisamente Foza fue la última subida en la etapa de Asiago 2017, también con el Monte Grappa como puerto previo, aunque subiendo por Caupo, con triunfo de Pinot y Dumoulin cediendo tiempo, si bien el neerlandés logró el vuelco en la general en la última crono.

TERCERA SEMANA

Ya en la última semana, tras el día descanso, dura etapa de montaña entre Piazzola sul Brenta y Brentonico-San Valentino, con más de 200 km y 5 puertos: Carbonare (hasta km 3,6), que tiene 11 km al 5-6%; Candriai, con 10 km al 7,6%, siendo en realidad la 1º mitad del Monte Bondone, hasta la cota 960 m; Vigo Cavedine / San Udalrico, que no puntúa; y Santa Barbara, que tiene 12,5 km al 8,5%, además de un fuerte descenso, antes de afrontar la subida final, larga y con zonas muy exigentes, sobre todo los 4,5 km centrales al 9,5%, así como el muro final, si bien hay 2 tramos de descenso que bajan la media, para un total de 18,2 km al 6,1%. Como curiosidad, el ascenso se podría continuar durante casi 5 km hasta Boca del Creer, un auténtico coloso, aunque la subida hasta San Valentino ya tiene suficiente dureza para marcar diferencias, sobre todo si hay buen ritmo desde la base. Y ya si la carrera se rompe en Santa Barbara …

 

En la etapa 17ª continua la montaña, con 155 km entre San Michelle all’Adige y Bormio, con un terreno inicial casi siempre ascendente en busca del Passo del Tonale, que tiene 15 km al 6%, para tras su largo descenso subir el mítico Passo Mortirolo (desde el cruce del km 12,7), aunque esta vertiente, estrenada en 1990, es mucho más blanda que la de Mazzo, lo que no quita para que sea una subida exigente, con 12,6 km al 7,6% de media. Después de su peligrosa bajada, por carretera estrecha y con zonas muy reviradas, hay 20 km de falso llano ascendente, incluyendo un repecho tras La Presse de 2 km al 7%, hasta llegar a las cercanías de Bormio y afrontar la cota de Le Motte, que tiene 3 km al 8,3%, coronándose a 9 km de la llegada, que pica ligeramente hacia arriba, en un día imprevisible, pudiendo implicarse los favoritos o quedar para escapadas.

Aunque por sí sola no está mal, una pena que no se hayan atrevido con una variante más rompedora del Mortirolo, reasfaltada este año. Y de hecho se llegó a publicar que se iba a subir por ella -> comparativa vertientes. No obstante, la opción más natural sería el Passo di Gavia, que encadena de lujo con Tonale y su descenso acaba en Bormio, si bien es cierto que habría riesgo de nevadas, como en la mítica jornada de 1988. Más recientemente, hubo otra llegada en esta localidad en 2017, con triunfo de Nibali y Landa 2º, si bien era la etapa reina, con Mortirolo (también por Monno), Stelvio y Umbrail antes de la bajada a meta. La etapa de Cesano Maderno (18ª), aunque a priori de transición, tiene su dificultad, con una zona central muy quebrada que incluye los puertos de Parlasco, con 7,6 km al 6,2%; Balino y Ravellino, que tiene 9 km al 4,5%, además de Sirtori, que no puntúa pero da bonificación, si bien el último tercio es básicamente llano, en un día para velocistas o escapada consentida, aunque ojo al circuito final, de 12,5 km y al que se darán 2 vueltas y media, teniendo curvas cerradas.

Y es que las 2 jornadas siguientes son de alta montaña en los Alpes, empezando con el «tappone» de Aosta, de 166 km entre Biella y Champoluc, incluyendo de salida Croce Serra, con rampón de inicio aunque luego suaviza, para tras su bajada y zona llana afrontar un encadenado de más a menos: Col de Tzecore, que tiene 16 km al 7,7% y un tramo durísimo cerca de la cima; Saint Pantaleon, otro coloso con 16,5 km al 7,2%, siendo lo más duro el inicio y final; Col de Joux, también largo aunque más suave, con 15 km al 6,9%; y Antagnod, modesto pero que si la carrera va rota hará daño, con varios km al 7-8%, antes de una corta bajada y la llegada en Champoluc. Un recorrido muy exigente, con 4900 m de desnivel, pero que dependerá de la actitud de los corredores, ya que para romper hay que moverse desde lejos, con varias decepciones en esta misma zona otros años. En ese sentido, una pena que Tzecore quede solo como desgaste: se podría haber hecho antes el bucle de St. Pantaleon y luego enlazar Arlaz, Tzecore y Joux, como en la etapa del Giro d’Aosta 2024. Esperemos que los favoritos no piensen demasiado en el día siguiente …

Y es que la penúltima etapa es quizás la reina de esta edición, con 205 km entre Verres y Sestriere, incluyendo las subidas a Corio y Colle del Lys, irregular pero con un tramo de más de 5 km al 7%, además de un fuerte descenso, antes del espectacular Colle delle Finestre -> otro perfil / galería de fotos, que tiene 18 km a más del 9% de media, los últimos 8 sin asfaltar, siendo uno de los puertos más duros afrontados en carrera, además de la Cima Coppi de esta edición gracias a sus casi 2200 m de altitud. Una vez coronado, a 28 km de meta, bajada por ctra. estrecha aunque en perfectas condiciones en busca de Pourrieres, con una zona de falso llano ascendente de empezar la subida final, más tendida, siendo lo más exigente una zona de 5,5 km al 6-7%, pero que puede ser la perdición para quién lo haya dado todo en Finestre. Será la 5ª subida a este coloso en el Giro, estrenado en 2005 y siempre con meta en Sestriere, ganando Rujano ese año, Kiryenka en 2011 y Aru en 2015 (con polémica, al «parar» a Landa) … salvo en 2018, cuando la etapa acabó en Jafferau, con Froome logrando el vuelco en la general.

Y como despedida de esta edición, largo traslado hacia la capital del país para la etapa de Roma, con 143 km y que tras un rodeo inicial en busca de Ostia, junto al mar Tirreno, regresa a la ciudad para dar 8 vueltas a un circuito de 9,5 km ya visto el año pasado -> plano de circuito final, con una llegada que pica hacia arriba., aunque muy suavemente. Un día para los sprinters y de homenaje a todos los corredores que logren acabar la prueba, con los último antecedentes de 2023, imponiéndose Cavendish aunque el circuito no era el mismo, y 2024, ganando Merlier por delante de Milan.

En resumen, un trazado exigente, más duro que la última edición al incluir abundante montaña, aunque más media que alta, y pocas etapas realmente llanas, superando los 52000 m de desnivel acumulado, con una mezcla de características clásicas del Giro, como el protagonismo de los puertos de paso y la alta montaña concentrada en la 3ª semana, con cronos cortas, sin que ninguna pase de los 30 km.

Haciendo una valoración crítica, en el lado positivo estaría el mencionado aumento de dureza y protagonismo de los puertos de paso, con múltiples etapas donde se puede mover la carrera desde lejos y varios encadenados interesantes, sin abusar de finales en alto como hacen la mayoría de GV actuales. Y también se agradece la valentía con el «sterrato», tanto camino de Siena como en Finestre. En la parte negativa, la falta de una crono larga, ya un mal endémico del ciclismo actual; la excesiva concentración de la alta montaña en la 3ª semana, pudiendo condicionar el desarrollo de la prueba; y el extraño diseño de algunas etapas, subiendo por la vertiente «blanda» del puerto estrella (Grappa, Mortirolo) o colocándolo demasiado lejos de meta (San Pellegrino, Tzecore), dejando una sensación amarga, ya que había fácil solución.

De todos modos, como siempre la última palabra será de los corredores. Ojalá muestren una actitud valiente y combativa, aprovechando la abundante montaña y sin que los favoritos se reserven para la última semana. Y aunque este año no hay puertos de mucha altitud, esperemos que la meteorología también colabore.

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