Este domingo 18 de noviembre se cumple el 25º aniversario de la muerte de Jacques Anquetil, uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos y conocido como «Monsieur Crono», entre otros apodos, por su apabullante dominio en las contrarrelojs. Muchas son las imágenes que dejó para el recuerdo este elegante corredor francés, aunque sin duda las más famosas se produjeron el 12 de julio de 1964, cuando mantuvo un inolvidable duelo con Raymond Poulidor durante la subida al Puy de Dôme.

Una de las imágenes más famosas en la historia del Tour: Anquetil y Poulidor luchando codo con codo en el Puy de Dôme.
Su tendencia a la buena vida y el amor al dinero hicieron que éste grande se quedara sin ganar más carreras, ya que siempre corrió por su interés y donde había más dinero era en los criteriums post Tour. Nunca perdió su halo de grandeza en una carrera marcada por la lucha con su compatriota Poulidor, conocido como «Pou Pou», y en menor medida pero también con grandes batallas contra el español Federico M. Bahamontes, «El Águila de Toledo».
Jacques Anquetil nació en las afueras de Rouen el 8 de enero de 1934 en Mont Saint Aignan, en la región de Alta Normandía. Era un periodo de entre guerras, en el que Francia junto a Gran Bretaña eran los «frenos» a la Alemania nazi en Europa. Fue un talento precoz, que empezó destacando desde muy joven especialmente en pruebas contrarreloj, dando el campanazo en el Gran Premio de las Naciones en 1953 con sólo 19 años, prueba que ganaría en otras 8 ocasiones. Entonces su fama empezaba a trascender y a pesar del gran Louison Bobet, que ganaría los Tours de 1953, 54 y 55, los entendidos comenzaban a poner sus ojos en este prodigio normando. Tres años más tarde lograba un nuevo hito: el 29 de junio de 1956 batía el récord de la hora de Fausto Coppi en Milán, dejándolo en 46,159 km (por los 45,871 km de Coppi), acabando con un reinado de más de trece años. Una década después, en 1967, Anquetil volvería a batir el récord, en éste caso de Roger Riviere, pero no sería homologado por negarse a pasar el control antidoping.
Y en estas llegó su primera gran vuelta, el Tour de Francia de 1957, donde estaba enrolado en el equipo francés junto al ganador de la anterior edición, Roger Walkowiak, pero con la importante ausencia de un Louison Bobet que había sido 2º en el Giro y renunciaba al Tour, al igual que Raphaël Géminiani. Los máximos rivales de Anquetil eran los escaladores españoles Jesús Loroño y Bahamontes, 1º y 2º respectivamente en la última edición de la Vuelta; el vigente ganador del Giro, Gastone Nencini; y el genial escalador luxemburgués Charly Gaul. Era un Tour sin finales en alto (lo habitual en aquella época), con una dureza repartida a lo largo del trazado pero no demasiado copiosa. Curiosamente tampoco abundaban los kilómetros contrarreloj, pues a pesar de haber 3 cronos dos no llegaban a los 20 kilómetros y una era por equipos, habiendo, eso sí, una individual de 66 kilómetros a dos días del final de la prueba.
Aprovechaba el normando las primeras etapas, en especial Rouen y Thonon les Bains, para afianzarse en la general en medio de un Tour con temperaturas extremas que habían hecho abandonar a los dos grandes escaladores, Gaul, defensor del título de la montaña, y Bahamontes. Anquetil vencía ambas etapas y llegaba en posición de privilegio a los Alpes. En la 1ª jornada de alta montaña, con llegada en Briancon después de superar el Col du Galibier, y tras defenderse de forma muy notable, Anquetil se pondría de líder para no soltar el maillot hasta París, ganando además las dos contrarrelojes en Montjuic y Libourne. Tuvo que sufrir en los Pirineos, pero aún así al final del Tour su ventaja era de casi un cuarto de hora respecto al 2º en la general, el belga Marcel Janssens. Tras esta victoria su fama se disparó, passando a ser un personaje muy popular tanto en Francia como en el resto de Europa.
Sin embargo, una vez acabada esta gran temporada y cuando todo apuntaba a una nueva tiranía ciclista, Anquetil tenía en 1958 su año más aciago, abandonando en el Tour y sin casi victorias importantes. Empezaba a crearse una visón paralela de un Anquetil vividor y suficiente que más tarde le costaría el favor del público francés. Tras esta mala temporada, la de 1959 supuso la de su vuelta a la primera plana, si bien no remató ninguno de sus podios en Giro y Tour. Un Tour en el que por momentos pareció correr más con el objetivo hacer perder la carrera a Anglade que para ganarla él mismo.
En el año 1960 el reto de Anquetil cambió, centrando en ser el primer francés en ganar el Giro … y lo consiguió. Tras una primera parte de la carrera en la que se había llegado a poner de rosa, el normando esperó a la crono de la 16ª etapa en Lecco, de 68 kilómetros, para abrir hueco respecto a sus rivales, doblando a Gaul y metiendo grandes diferenciasen la general, dejando a Nencini a casi 4 minutos y a Gaul a más de 7. Sólo quedaba una etapa que pudiera causar verdadero temor a Anquetil, la penúltima, con 229 kilómetros entre Trento y Bormio y los puertos de Molina di Ledro, Campo Carlo Magno, Passo del Tonale y Passo di Gavia. Era el día elegido por Gaul y el luxemburgués no decepcionó: atacó con todo en el Gavia y ganó la etapa, pero sin embargo no pudo enjugar los más de 7 minutos que tenía de desventaja con Anquetil y los más de 3 con Nencini. No obstante, el líder sufrió ante el italiano, que aprovechando sus habilidades en el descenso y los muchos problemas mecánicos que padeció el francés llegaba a meta con bastante ventaja. Le faltaron sólo 28 segundos. Anquetil y Francia tenían su primer Giro.
A partir de la temporada siguiente empezó su tiranía en el Tour, con 4 títulos consecutivos y que se extendería hasta 1964, incluyendo los dobletes Vuelta-Tour en 1963 y Giro-Tour en 1964. Este último el año más recordado, sobre todo por su famosa lucha con Raymond Poulidor en la carrera francesa, y especialmente durante la mencionada ascensión al Puy de Dôme en el Macizo Central.
Empezaba el año 1964 con un Anquetil que ya había ganado 4 Tours, una Vuelta y un Giro … y que buscaba más. Su primer gran reto era el Giro, y tras ganar la crono larga se vestía de rosa para ya no soltar la maglia hasta el final, a pesar del acoso de los ciclistas transalpinos, con Zilioli, Adorni o Motta entre otros. Después de la carrera italiana llegó el Tour, donde volvía ser el máximo favorito pero no el único. Anquetil iba a enfrentarse a un Poulidor más fuerte que nunca, que había ganado la Vuelta a España sólo unos meses antes, superando a los equipos Kas y Ferrys. Además, los escaladores españoles Bahamontes y Julio Jiménez suponían una fuerte amenaza para el normando. El duelo estaba servido, una de las páginas más brillantes en la historia del Tour esperaba …
Y mientras toda Francia esperaba ansiosa el Tour y veía a Anquetil frío y seguro como siempre, éste, supersticioso hasta enloquecer, estaba en estado de shock: una pitonisa, la maga Belline, había predicho que no llegaría a París y que sufriría un accidente mortal en la 14ª etapa, que llevaría a los corredores tras la jornada de reposo desde Andorra a Toulouse. Sólo su director Raphael Geminiani conseguía inculcar ánimos a un Anquetil que era presa del pánico … pánico a la muerte.
La carrera empezó en Rennes el 22 de Junio, con el Saint Raphael de Anquetil y el Mercier de Poulidor en medio de los focos, pero sin olvidarnos de los españoles, de Anglade o Janssen. Las primeras etapas servían para escapadas, siendo el francés Georges Groussard el máximo beneficiado, ya que ganaba 4 minutos a los corredores importantes y se colocaba cerca del liderato. Parecía que Anquetil estaba acusando los esfuerzos del Giro, y en estas llegaban los Alpes. La 1ª etapa partía de Thonon Les Bains, camino de Briancon en un maratón de casi 250 km, afrontándose en la parte final el Galibier norte (el mismo recorrido que en la jornada de 1957 donde Anquetil alcanzó el liderato). Bahamontes aprovecha la etapa para colocarse 2º en la general, tras protagonizar una gran subida al Galibier e imponerse en Briancon, mientras que Anquetil sufre pero contacta con Poulidor en el descenso. Finalmente pierde unos segundos valiosos por un pinchazo y Poulidor acaba 2º la etapa. Nuevo líder, Groussard. Otro rival más.
Al día siguiente Anquetil parece recuperarse del esfuerzo y gana la etapa Briancon – Mónaco, en una jornada de 240 km donde se superaban Vars y La Bonnete de inicio, aprovechando esta vez un despiste de Poulidor en el velódromo al sprintar cuando quedaba todavía quedaba una vuelta. Un minuto de bonificación y en la general 15″ les separan, a favor de Poulidor. Dos días después llegaba la 1ª contrarreloj individual, y el vencedor era, como no, «Maitre Jacques» (otro de los apodos de Anquetil), que junto a la bonificación por ganar la etapa se ponía a solo 1’11» de Groussard, adelantado a Poulidor en la general por medio minuto. Tocaba ahora esperar a los Pirineos, donde la macabra profecía aguardaba a Anquetil. Pero antes llegaba el día de descanso, y como en casi todos los corredores tocaba hacer un poco de bici y reposar … pero Anquetil, quién sabe si presa de su miedo a la muerte o de su tan ganada fama de «bon vivant», se iba de barbacoa, siendo además cazado por fotógrafos mientras comía cordero. Y al parecer la bebida tampoco faltó en la barbacoa.
Superado el día descanso, en la etapa con final en Andorra tras el Col de la Perche + Envalira por Puymorens, exhibición de Julio Jiménez, que se colocaba 8º en la general, aunque no había batalla entre los favoritos y Groussard mantenía el líderato. El día siguiente llegaba la 14ª etapa, la jornada tan temida por Anquetil debido a la predicción de la pitonisa, uniendo Andorra y Toulouse con el larguísimo Port d´Envalira de inicio, aunque después había mucho llano. Bahamontes y Poulidor atacaban casi de salida, mientras que un frío Anquetil se quedaba claramente descolgado. La carrera estaba en juego, Geminiani animaba a su corredor que presa del pavor no conseguía reaccionar. Los segundos iban cayendo y Bahamontes y Poulidor, que lo sabían, forzaban la máquina. El Tour se le escapaba al normando, al que su compañero Rostollan no paraba de animar. Cuando se llegó a la cima del puerto la carrera parecía perdida para Anquetil: Bahamontes y Poulidor le sacaban 4 minutos.
En ese momento Anquetil, al que su director Geminiani no paraba de arengar, recibía, según cuentan las crónicas, un bidón con champán que le hacía recobrar el pulso. La desventaja era grande pero el normando era un gran bajador. Y Anquetil se olvidó de la maldición … aunque casi la cumple: se jugó la vida en cada curva, arriesgó en cada metro de bajada y cuando terminó el largo descenso ya había cazado al grupo del líder y estaba sólo 1’30» del grupo de Poulidor. Fué una persecución grandiosa, con las ventajas oscilando entre los 50″ y el minuto y medio. Pese a las dificultades sufridas, el Tour no estaba perdido para Anquetil. Finalmente se producía la fusión, pero la etapa aún no había acabado: un desgraciado Poulidor pinchaba, y cuando le cambiaban la rueda para incorporarse su mecánico lo tiraba al suelo. La maldición afectaba a Pou Pou, perdía comba y entraba en Toulouse en un segundo grupo, a 2’36» del grupo de los mejores. Groussard seguía lider pero todo hacía preveer que Anquetil le quitaría el liderato en breve.
La siguiente etapa terminaba en Luchon, con los puertos de Aspet, Ares y Portillon antes de meta. Poulidor estaba enrabietado y desató toda su furia en la última subida, con un ataque al que ningún favorito pudo responder. Llegaría en solitario a Luchon, con casi 2 minutos de ventaja sobre Anquetil y el grupo de los favoritos, en el que también se encontraba el líder Groussard, que conseguía mantenía el amarillo un día más. El minuto de bonificación dejaba a Poulidor 3º a sólo 9 segundos de Anquetil.
El Tour estaba otra vez al rojo vivo. Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque por el Soulor esperaban a los corredores camino de Pau, en un trazado repetido en múltiples ocasiones. Esta vez la exhibición era de Bahamontes, que se marchaba en el Peyresourde con Jiménez, y que tras coronar Aspin y Tourmalet junto al abulense se marchaba en solitario en el Soulor, llegando a ser líder provisional. Sólo el llano posterior y la persecución por parte de sus rivales impedía que se vistiera de amarillo. Aún así, ganaba la etapa y se colocaba 2º en la general tras Groussard … con la crono de 42 km en Bayona al día siguiente. ¿Aguantaría el líder Groussard?, ¿ganarían Anquetil o Poulidor?. Lo normal era ver a Anquetil de amarillo al acabar la etapa, y esto fue lo que ocurrió, mientras que Groussard se hundía y Poulidor quedaba 2º, a sólo 37″. Sin embargo la mala suerte se había vuelto a cebar con él, ya que pinchaba a mitad de trayecto perdiendo un tiempo precioso que podía hacerle falta a final del Tour.
La general ahora estaba encabezada por Anquetil, con Poulidor 2º a 56″ y Bahamontes 3º a 3’31». Todavía quedaban etapas importantes, en especial la dura subida al Puy de Dôme y la contrarreloj del último día entre Versalles y París. Dos etapas de transición situaban la carrera en Brive para salir hacia el volcán, con sus últimos 5 kilómetros de una dureza extrema (teniendo en cuenta los desarrollos de aquella época), al 11 % de media, llegando además con mucho desgaste. Era 12 de Julio, una fecha que pasaría a la historia de la carrera francesa.

La 20ª etapa, con un perfil rompepiernas y llegada en el Puy de Dome tras casi 240 km
Se salía de Brive para recorrer casi 240 kilómetros, con dos estrategias muy claras: la del equipo Mercier de frenar las escapadas a fin de conseguir las bonificaciones en meta (1′ al primero y 30″ para el 2º), y la del equipo de Anquetil, al cual le iban bien los escarceos por la etapa. Unas 500.000 personas esperaban a los ciclistas en el Puy de Dôme. Sin embargo casi de salida se formaba una fuga peligrosa con Grousard, sí, nuevamente el francés, que provocaba que el Mercier tuviera que tirar del grupo, anulando definitivamente la fuga al pie del volcán.
Empezaba la ascensión, se endurecía el ritmo y rápidamente quedaban en cabeza los primeros de la general, hasta que aceleró Adorni yéndose con él Anquetil, Poulidor, Jiménez y Bahamontes, formando un grupo de sólo 5 corredores. Los españoles querían la etapa y el reinado de la montaña, así que atacaron a 5 kilómetros de meta, mientras que Poulidor no pudo seguirles. Las bonificaciones ya no estaban a su alcance y si quería ser líder tendría que ganar el tiempo en la carretera. Adorni se había quedado, los españoles estaban por delante y el tiempo parecía detenerse alrededor de los dos franceses. Era un todo o nada, Poulidor forzaba pero Anquetil se ponía a su lado, luchando cuerpo a cuerpo. Por momentos parecía que iban a tirarse uno al otro.
Era épico, histórico, un enfrentamiento que al igual que los de Coppi y Bartali pasaría a la historia del ciclismo. En el dúo delantero se destacaba Jiménez, que conseguía sacar unos metros a Bahamontes. Mientras tanto parecía que los dos franceses acabarían juntos la etapa … pero Anquetil hizo crack, faltaba un kilómetro y «Pou Pou« veía que el Tour podía ser suyo. Forzaba, se retorcía, sufría como nunca para aumentar el hueco sobre Anquetil. Por delante Jiménez cruzaba la meta en primer lugar, Bahamontes 2º y Poulidor tomaba la última curva para llegar a 57″ de Jiménez. De cara a la general esa pérdida daba igual, lo importante eran los 56 los segundos debía recuperar Poulidor sobre Anquetil para alcanzar el ldierato. Pasaban unos segundos eternos , aparecía Adorni y tras él Anquetil, 35″, 36″, 37″ … y a 42″ de Poulidor un Anquetil hundido físicamente como nunca antes cruzaba la meta. Sus primeras palabras eran para Geminiani, » ¿Cuánto?», » 14 segundos», » Perfecto, me sobran 13″.
«Monsieur Crono« mantuvo el liderato, más tarde reconocería que si hubiera perdido el primer puesto habría abandonado la carrera. Ya sólo quedaban 3 etapas con la contrarreloj de Versalles de fin de fiesta. Ganaba Anquetil tras haber estado muy igualada la CRI hasta pocos kilómetros del final. Era su 5º Tour y el 2º doblete Giro-Tour tras el de Coppi en 1952. Se había ganado un sitio exclusivo en el olimpo del ciclismo. En el podium Anquetil le susurraba a Poulidor «esta vez me has hecho sudar», para saludarse efusivamente ante la mirada atónita de Bahamontes. Terminaba así un Tour de Francia legendario, en la que sería su última victoria en la general de una gran vuelta por etapas.
Anquetil todavía conseguiría ser 3º en los Giros de 1966 y 1967, 2º en el Mundial de 1966 y haría perder a Poulidor el Tour de ese mismo año, además de ganar la clásica Lieja-Bastoña-Lieja también esa temporada. Su gran hazaña, sin embargo, se produjo en 1965, cuando fue capaz de vencer el Critérium del Dauphiné para directamente sin descansar participar en la Burdeos-París y también ganarla. Se retiraría del ciclismo en el año 1969, muriendo el 18 de noviembre de 1987 de un cáncer de estómago, no si antes haber dicho a Raymond Poulidor «También en esto serás segundo …»
Pocos ciclistas tan elegantes sobre la bici,como el gran Jacques,en las cronos arrasaba y su descenso del Envalira en el Tour del 64 ha pasado a la historia como uno de los grandes momentos del Tour,cuando este era una carrera y no un negocio.