TOUR DE FRANCIA 2023 – Recorrido

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Como decíamos en el artículo previo, se trata de la 110ª edición del Tour, la 2ª con inicio desde España al salir desde Bilbao, en el País Vasco, el día 1 de julio, terminando con el clásico final en los Campos Elíseos de París el día 23 del mismo mes, ya con sus fechas habituales tras los cambios que hubo en ediciones recientes debido a la pandemia del coronavirus.

El trazado de la prueba en el mapa es bastante peculiar, ya que en vez de dar la vuelta a Francia, ya fuera en el sentido de las agujas del reloj o antihorario, sigue una dirección muy parecida a la línea de demarcación de la Francia ocupada durante la 2ª Guerra mundial, lo que unido a que hay varias etapas en torno a las mismas zonas hace que gran parte del país galo quede sin tocar.

Mapa en PDF / Video presentación en 3D

Como es habitual, la prueba consta de 21 etapas, con 2 días de descanso intercalados, clasificándose oficialmente en 8 jornadas llanas, aunque la mitad de ellas en realidad son quebradas; 4 de media montaña, si bien algunas de las encuadradas en las otras categorías también encajarían aquí; y 8 de alta montaña, incluyendo las 5 cordilleras, aunque las del Macizo Central y Jura son más bien media montaña con final en alto; y una contrarreloj, que además no llega hasta la 3ª semana. En total, 3.409 km sin contar neutralizaciones.

Comparado con los últimos años, se podría decir que el recorrido es una mezcla de 2016, con muchas etapas de montaña y varios finales que repiten; y 2020, con un inicio duro, algunas llegadas de ese año y una sola crono, también en la última semana y bastante dura, aunque este año más corta. En el caso de los puertos, no hay ningún gran estreno, pero sí una recuperación muy llamativa: el Puy de Dôme, que no se incluía en el Tour desde 1988, aunque el puerto más duro es el Col de la Loze, en la etapa reina de Courchevel.

Respecto a las bonificaciones, se mantienen las otorgadas en meta, con 10, 6 y 4 segundos respectivamente para los 3 primeros de cada etapa, además de recuperar las bonificaciones en puertos de paso estratégicos, algo que se había suprimido en 2022 tras hacerlo en años anteriores, con 8, 5 y 2 segundos para los 3 primeros en coronar determinadas ascensiones. Eso sí, no habrá bonificaciones de tiempo en el sprint intermedio de cada etapa, dando solo puntos para la regularidad.

PRIMERA SEMANA

Así pues, la carrera se inicia con el mencionado «Gran Depart» desde la ciudad de Bilbao, con una etapa circular de 182 km que incluye múltiples cotas, destacando en la 1ª mitad de la ruta San Pelaio (San Juan de Gaztelugatxe) -> otro perfil, para ya en los últimos 50 km afrontar el Alto de Morga, en general tendido: El Vivero (sin el repecho final), con 4,3 km al 7,2% antes del llano de la cima, teniendo un corto pero fuerte descenso hacia Lezama; y tras una zona plana el muro de Pike, con 2 km al 10%, incluído un tramo de 500 m al 15% y puntas del 20%, coronándose a 10 de meta, con la llegada tras un km de subida. Una jornada tipo clásica, dura pero no exagerada, siendo un modo muy atractivo de comenzar la carrera. No obstante, ojalá alguna vez se aprovechen a fondo las posibilidades de la zona, con los alrededores de Bilbao plagados de muros.

Al día siguiente continua la media montaña, en este caso con la etapa más larga de la prueba: 209 km entre Vitoria-Gasteiz y Donostia / San Sebastián, con un inicio llano pero que a partir del km 70 tiene de nuevo múltiples cotas, destacando Alkiza, con 4,5 km al 6%, antes de encarar en la parte final Jaizkibel -> perfiles, el puerto emblema de la «Klasikoa» pero realizado en sentido contrario, subiendo por Hondarribia, con 4 km finales al 7%, y bajando por Lezo. La cima está a 17 km de meta, la mitad de descenso, con el  repecho de Miracruz, a 3 km de la llegada. La etapa siguiente, con 194 km entre Amorebieta y Bayona, tiene una 1ª mitad quebrada, con 4 subidas puntuables, la más dura Venta de Orio, con 4 km iniciales al 7%, pero tras el paso a Francia la ruta suaviza, siendo favorable para los velocistas, que tienen una oportunidad aún más clara en la 4º etapa, con 182 km llanos entre Dax y Nogaro, con el meta situada en el circuito Paul Armagnac, que ya ha sido final en la Ruta de Occitania.

En la 5ª etapa, turno para los Pirineos, con 163 km entre Pau y Laruns, teniendo un inicio relativamente sencillo, aunque con repechos, para a mitad de la ruta afrontar el primer HC de esta edición, el Col de Soudet (hasta km 21,7) -> otro perfil, irregular pero largo y con tramos muy duros, destacando los 11 km finales al 8%, seguido por un fuerte descenso, con la ctra. perfecta, hacia Arette, que fue por donde se subió en la etapa de 2015, arrasando Froome. El siguiente puerto, el Col d’Ichére, se sube por su vertiente «blanda», con 4,5 km a casi el 7%, dando paso al punto clave de la etapa: el Col de Marie Blanque -> otro perfil, un clásico de las últimas décadas que tiene 4 km finales al 11,5%, coronándose a 18 km de meta, los primeros 11 de bajada, aunque con descansillos, y los últimos 7 de falso llano, pudiendo verse bonitas persecuciones, como en la etapa de 2020 -> vídeo, cuando ganó Pogacar en un grupo de 5.

El bloque pirenaico se cierra con una etapa de alta montaña de 145 km entre Tarbes y Cauterets-Cambasque, incluyendo la cota de Capvern les Bains antes del clásico encadenado del Col d’Aspin, con 12 km al 6,6% de media, y el mítico Col du Tourmalet -> perfiles, con más de 2100 m de altitud. Estrenado en 1910, se trata del puerto más transitado en la historia del Tour, con 85 ascensiones, subiendo este año por S.M.Campan, con 17 km al 7,4%, los últimos 13 km al 8,5%, y bajando por L.S.Sauveur, con 1400 m de desnivel, habiendo luego 12 km de falso llano favorable hasta Pierrefitte Nestalas, inicio de la subida final, en general tendida pero con un tramo de 3,5 km al 9% cerca de la cima, para un total de 16,3 km al 5,3%. El último antecedente de Cambasque data de 1995 -> vídeo, con una durísima etapa que tenía los 90 km finales idénticos, ganando Virenque tras una larga escapada, con el líder, Indurain, habiéndose impuesto en la jornada de 1989, aunque llegando a través del Aubisque.

Después de los Pirineos, etapa llana de 170 km entre Mont de Marsan, donde vivió el gran Luis Ocaña, ganador del Tour 1973, y la ciudad de Burdeos, el 2º final más repetido en la historia de la carrera, por detrás de París, en un dia muy favorable para los sprinters. La jornada siguiente, con 200 km entre Libourne y Limoges, es la 2ª más larga de esta edición, teniendo un perfil llano durante los primeros 120 km pero con la parte final «rompepiernas«, con múltiples repechos aunque de escasa dureza, incluída la propia llegada, con un km al 3-4%, viéndose un agónico sprint entre Kittel y Coquard en 2015.

El domingo, turno para el Macizo Central, con 182 km entre St. Léonard de Noblat y el Puy de Dôme, volcán cuya ascenso se recupera 35 años después de su última inclusión. La ruta previa es quebrada, con 3 cotas puntuables más varias no catalogadas, como Lac de Vassiviere y Col de la Nugère, antes de llegar a Clermont Ferrand, inicio del Puy de Dôme -> perfil de la subida, con el trazado de ctra. en forma de caracola, teniendo 5 km finales al 11%, para un total de 13,3 km al 7,7%, con descansillo intermedio -> gráfico / plano del final. En ese último tramo no estará permitido el público, algo que no ocurrió en las 13 subidas anteriores, desde 1952 a 1988, algunas tan míticas como la de 1964, con triunfo de Jiménez y el duelo Anquetil.vs Poulidor, aunque también es cierto que ahora la vía.es más estrecha, al haber un tren-cremallera desde 2012.

SEGUNDA SEMANA

Tras el día de descanso, la prueba se reaunuda con un etapa de media montaña entre Vulcania, el parque europeo del vulcanismo, e Issoire, con un terreno muy difícil de controlar ya desde el inicio, incluyendo 5 subidas puntuables (más otras tantas sin marcar) entre las que destacan el Col de Guéry, con un tramo de 3 km a casi el 7%; el Col de la Croix Saint Robert por Mont Dore, con 6 km finales al 6,5%; y a 30 de meta Chapelle Marcousse, con 6,5 km a casi el 6%, más otro repecho tras la pancarta de puerto, con el descenso terminando a solo 10 km de la llegada. Una jornada muy propicia para escapadas, en principio de corredores que ya no opten a la general … pero pudiendo haber sorpresas. El único antecedente data de 1983, con triunfo en solitario para Pierre le Bigaut.

La etapa siguiente, con 180 km entre Clermont Ferrand y Moulins, es a priori más sencilla, con solo subidas tendidas y lejos de meta, siendo la última oportunidad para los velocistas en una semana, en un final inédito en el Tour, aunque visto en Paris-Niza. Y es que a partir de ahí se enlazan 6 jornadas de montaña (con el descanso intercalado), empezando por la etapa de Belville en Beaujolais, con 170 km de media montaña, destacando en la parte inicial Thizy les Bourgs y el Col des Ecorbans, para ya en los últimos 70 km afrontar el encadenado del Col de la Casse Froide, con 5 km al 6,2%; el Col de la Croix Montmain, con 5 km finales al 6,5%; y el Col de la Croix Rosier, el más duro, con 5,5 km al 7,5% y coronándose a 28 km de meta. Una jornada que puede dar mucho juego, aunque se podría haber reducido la distancia de la Croix Rosier a meta. O puestos a hacer un rodeo, incluir Mount Brouilly como en la etapa de París-Niza 2014, con triunfo de Slagter.

Al día siguiente llega uno de los finales en alto más duros de esta edición, en una etapa muy corta y con solo el tendido Col de la Lebe por Hauteville como dificultad de paso … pero terminando en el coloso del Jura: el Col du Grand Colombier -> perfil detallado. Estrenado en el Tour en 2012, tiene múltiples vertientes, subiendo en esta ocasión por Culoz, la más escénica, sobre todo el tramo de los «lacets», pero también irregular, alternando tramos muy duros con descansillos, para un total de 17,5 km a más del 7%. Esta misma vertiente ya fue llegada en 2020 -> vídeo, en una jornada bastante más dura pero que terminó decidiéndose al sprint entre Pogacar y Roglic. En cualquier caso, una pena que la etapa de este año sea tan floja e insulsa, sin aprovechar las posibilidades de la zona y pareciendo un «pegote». Manteniendo salida y llegada (y hay más opciones) -> propuesta de etapa.

El fin de semana, turno para los Alpes, con una etapa de 152 km entre Annemasse y Morzine, teniendo un recorrido plagado de puertos. De inicio, el encadenado de Saxel; Col de Cou, con 7 km al 7,5%, más repecho tras coronar (ojo al descenso); Col du Feu, con 6 km a casi el 8%; y Col de Jambaz, que será el sprint intermedio. Y ya en los últimos 60 km, el Col de la Ramaz, con 14 km al 7% de media, para tras el descenso y 10 km llanos afrontar el temido Joux Plane, un clásico del Tour con 11,6 km al 8,5% y un peligroso descenso, con repecho incluído, hasta Morzine. Una etapa que puede dar mucho juego (ojalá sin caídas, eso sí), aunque en los antecedentes hay de todo: etapones como el del 2000, escándalos como el de 2006 y también decepciones como la de 2016 -> vídeo, cuando siendo la última etapa de montaña no hubo ataques entre los favoritos, aunque la escapada sí estuvo bien, con triunfo de Izagirre.

Cerrando la 2ª semana, etapa de 180 km entre Les Gets (salida real Taninges) y la estación de Le Bettex, en Saint Gervais, en la base del mont Blanc, incluyendo de nuevo múltiples puertos, varios sin puntuar, como Fleuries y Marais, aunque sin grandes colosos. No obstante, hay buenos Primeras, como la Forclaz de Montmin, on 3,7 km finales al 10%, y el Col de la Croix Fry, con 11,5 km al 7%, enlazado con el Col de Aravis (últimos 4,5 km), para tras el falso llano de Megève y la bajada hasta Domancy afrontar el encadenado final del muro de  Amerands, con 2,7 km al 11%, y Le Bettex, con 7 km a casi el 8%. Una jornada exigente, rondando los 4500 m de desnivel, aunque es muy probable que la batalla entre los favoritos se reduzca al enlazado final. Curiosamente, Le Bettex también fue llegada en 2016 -> vídeo, con triunfo de Bardet, aunque con un recorrido previo a Megeve distinto y sin bajada después de Amerands.

TERCERA SEMANA

Ya en la 3ª semana, después del descanso, la única crono de esta edición, con 22 km entre Passy y Combloux, incluyendo de inicio la cota de la Cascade de Coeur, con 1,8 km al 8,5%, seguida por un suave descenso hacia Sallanches y una zona llana previa a la subida a la cota de Domancy, famosa por el Mundial de 1980 y que tiene 2 km finales al 9,5%. Además en este caso la subida continúa hasta Combloux, para un total de 6,4 km al 6,5%. Una CRI para corredores completos, más dura de lo que parece en el perfil oficial, muy «achatado» debido a la escala utilizada -> perfil más realista. Sin embargo, aunque estaría bien como 2ª CRI, el problema es que no hay otra, siendo demasiado corta y quebrada como para equilibrar la montaña, quedando un Tour muy descompensado y que favorece exageradamente a los escaladores. Sobre los antecedentes, en 2016 ya hubo una CRI en esta zona, con 17 km entre Sallanches y Megeve, ganando Froome.

Después de la crono, la etapa reina de esta edición, con 165 km entre Saint Gervais y el altipuerto de Courchevel. Tras el falso llano inicial, los corredores tendrán que superar el Col des Saisies (desde km 12,8), irregular pero con tramos exigentes y una fuerte bajada hacia Beaufort, inicio del Cormet de Roselend, que con más de 1200 m de desnivel roza ser un HC, teniendo un complicado descenso hacia Bourg St. Maurice. El siguiente puerto, Col du Tra por Longefoy, es más modesto, aunque con 6,6 km iniciales al 7,5% y una bajada plagada de «herraduras» en busca de Moûtiers y Bride les Bains, comienzo del gran puerto del Tour 2023: el Col de la Loze, con más de 1700 m de desnivel. Por esta vertiente son 28 km al 6% -> parte inicial (hasta km 17,2) / parte final (desde km 11,4) / perfil completo, aunque la media es engañosa, con un descansillo central que baja las cifras. De hecho tiene últimos 7 km al 9,3%, subiendo a base de rampones, con puntas del 20%, y coronándose a 2300 m de altitud, con un corto e irregular descenso, con repecho incluído, antes del muro final en el altipuerto, con 700 m al 11%.

Una etapa muy exigente, rondando los 5200 m de desnivel acumulado (y ojo también a los descensos), donde si hay buen ritmo el Col de la Loze causará estragos, con los corredores pudiendo llegar casi de uno en uno, si bien es probable que los favoritos esperen a los 15 km finales de la etapa. En cualquier caso, es un avance respecto a la etapa de 2020 -> vídeo, cuando se estrenó como llegada y con solo un subida previa, aunque eso sí, era el Col de la Madeleine, aparte de que el propio Col de la Loze se subía por una variante más directa -> otro perfil, sin descansillo central. Señalar que tanto la vertiente de 2020 como la de este año superan los 420 APM, estando entre los 5 puertos más duros que se han subido en el Tour de Francia.

Las 2 etapas siguientes son a priori de transición, con 185 km entre Moutiers y Bourg en Bresse, teniendo varias cotas de 4ª pero muy lejos de meta, siendo un día favorable para los velocistas, aunque a estas alturas de carrera tampoco se puede descartar una fuga, siendo el último antecedente en 2007, con triunfo de Boonen, si bien la etapa estaba en la 1ª semana; y Moirans en Montagne – Poligny, con 173 km de perfil ondulado, incluyendo la cota de Ivory, con más de 2 km al 6%, a unos 28 km de meta, siendo una etapa propicia para escapadas, al estar los equipos de los sprinters ya debilitados. Apuntar que es un final inédito en el Tour, aunque visto en otras carreras.

Y como último día de montaña, etapa corta pero dura en los Vosgos, con 134 km entre Belfort y Le Markstein Fellering, incluyendo 6 subidas puntuables. De inicio, el mítico Ballon d’Alsace, aunque por su vertiente suave, para tras el descenso y el tendido repecho de Menil afrontar un encadenado de 4 puertos: Croix des Moinats por vertiente sur, con 5,2 km al 7%; Grosse Pierre (falta el final), que tiene un tramo de 1,3 km al 11%; Col des Feiges, no puntuado; y el Col de la Schlucht (desde cruce Feignes), con 2,7 km iniciales al 7,5%. Su largo aunque tendido descenso acaba en Munster, inicio del puerto más exigente del día: Le Petit Ballon, con 9,3 km a más del 8% y cuya bajada (hasta km 11) enlaza perfecto con el Col du Platzerwasel, oficialmente 7,1 km al 8,4%, el último al 10,5%, pero cuya subida continúa durante 3 km hasta Le Breitfirst, coronándose a solo 5 km de meta, con un falso llano favorable hasta Le Markstein.

Una etapa que puede dar mucho juego, con puerto de salida, una zona central muy difícil de controlar y un gran encadenado final, con dos 1ª bien enlazados y un llano hasta meta que con la carrera rota puede resultar espectacular … y decisivo, en caso de que las diferencias en la general sean pequeñas. No obstante, aunque una última jornada de montaña corta suele funcionar bien, sobre todo con un «serrucho» de este tipo, se echa de menos que en el resto del recorrido no haya su equivalente para fondistas, sin ninguna jornada de alta montaña que se acerque a los 200 km.

Después de los Vosgos, traslado hasta París para la clásica etapa final con múltiples pasos por el circuito de los Campos Elíseos -> perfil, que se estrenó como llegada en la mítica edición de 1975. En este caso con salida desde St. Quentin en Yvelines, al oeste de la capital, y un total de 115 km, con 8 vueltas completas al circuito de años anteriores, que cuenta con una recta final de 700 m. Un día muy favorable para los velocistas, ganando Van Aert en 2021 (vídeo) y Philipsen en 2022 (vídeo), teniendo que remontarse a 2005 para ver triunfar un ataque, cuando lo logró Vinokourov, y que servirá de homenaje para todos los ciclistas que consigan terminar la prueba.

En resumen, un trazado muy llamativo y favorable para los escaladores, incluyendo muchas etapas de montaña, tocando de hecho todas las cordilleras, pero sin jornadas de gran fondo y sin casi crono, teniendo un inicio de carrera más duro de lo habitual, por lo que los candidatos a la general tendrán que llegar muy en forma. Haciendo un análisis crítico, si se miran las etapas por separado hay cosas muy interesantes, con la montaña bien repartida y varias jornadas que pueden dar mucho juego, pero la parte negativa es el global: muy descompensado al haber solo 22 km de crono (y no precisamente llana), la cifra más baja desde 1934, echándose también en falta alguna etapa de montaña para fondistas.

Un recorrido tan desequilibrado no solo es injusto, sino que traiciona la historia del Tour y lo que se supone representa una gran vuelta, que debería premiar a los ciclistas completos, no solo al mejor escalador. Una posible solución para el tema de las cronos habría sido una CRI llana de 30 km en París en lugar del clásico día para los sprinters, al estilo de 1989, ya que además este año hay otras dos jornadas en la 3ª semana con opciones para los velocistas. No obstante, mejor que la crono larga estuviera antes, en la 1ª o 2ª semana, por ejemplo antes de Grand Colombier, retrasando el bloque alpino un día.

En cualquier caso, como siempre la última palabra será de los corredores. Y si se muestran tan combativos como en 2022, que acabó resultando el mejor Tour de los últimos 20 años, con el duelo entre Vingegaard y Pogacar, además de un Van Aert desatado, la carrera será de nuevo muy entretenida.

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