PARIS-ROUBAIX 2014 – Historia

Poster Paris-Roubaix 2014Entrada siguiente:

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El próximo domingo 13 de abril se celebra la 112ª edición de la París-Roubaix, también conocida como “El Infierno del norte” y la “Reina de las Clásicas”, y el 3º de los Monumentos ciclistas, tras los ya celebrados Milán-San Remo y Tour de Flandes, y en vísperas de “La Decana”, la Lieja-Bastoña-Lieja, que se disputará dentro de 2 semanas.

La París-Roubaix es una de las carreras más antiguas del calendario, habiéndose celebrado por 1ª vez en 1896 gracias a una idea de 2 empresarios textiles de la localidad de Roubaix, Théodore Vienne y Maurice Perez, y con el impulso definitivo del director del diario Le Vélo, Paul Rousseau. Esta edición inaugural constó de 280 km, obteniendo la victoria el alemán Joseph Fischer tras más de 9 horas sobre la bicicleta. Desde entonces la prueba sólo ha dejado de disputarse en 7 ocasiones, con parones obligados por la 1ª y 2ª Guerra Mundial.

Curiosamente, en los primeros años el adoquín no era el distintivo principal de la carrera. Sus interminables rectas de tierra eran suficientemente duras, en especial con lluvia, como para preocuparse de los tramos adoquinados, que no llegaban a los 60 km en total. Tras un parón debido a la “Gran Guerra”, la prueba se retoma en 1919, y es entonces cuando adquiere el sobrenombre de “El Infierno del Norte”, no por su dureza para el ciclista sino por el mal estado de las vías, causado por las bombas del conflicto. En los años sucesivos, el asfaltado de caminos casi hace desaparecer los tramos de pavé. En 1964 el holandés Peter Post ganó con una velocidad media de más de 45 km/h, con menos de 30 km de adoquines en el recorrido, una cifra que bajaría a sólo 22 km al año siguiente.

En 1966, buscando endurecer la ruta, se cambia la orientación de la prueba hacia el noreste, iniciándose la carrera en Chantilly en lugar de París e incluyendo 40 km adoquinados. Dos años más tarde se estrenaría Arenberg, en una edición con más de 55 km de pavé y victoria para el belga Eddy Merckx. La edad de oro de la Paris-Roubaix había llegado. Merckx vencería en otras 2 ediciones, en dura pugna con “el gitanoRoger de Vlaeminck, también belga y que durante mucho tiempo fue el único corredor con 4 victorias en Roubaix (además de otros 5 podios). Esa gesta fue igualada en 2012, cuando su compatriota Tom Boonen consiguió su 4ª triunfo, tras los de 2005, 08 y 09. Con 3 victorias figuran, además de Merckx, el francés Octave Lapize, el italiano Francesco Moser, el suizo Fabian Cancellara y los belgas Gaston Rebry, Rick Van Looy y Johan Museew.

En cuanto a los ciclistas españoles, al igual que en el Tour de Flandes no ha habido ninguna victoria, aunque si varios podios, a cargo de Miguel Poblet, 2º en 1958, en un apretado sprint con triunfo para el belga Leon Van Daele, y 3º en la edición de 1960; y más recientemente Juan Antonio Flecha, 2º en 2007, llegando a poco más de 50 segundos de un sorprendente Stuart O´Grady, y 3º en 2005 y 2010, siendo el corredor español con mejores resultados sobre pavé de la historia.

El año pasado el triunfo fue para el suizo Fabian Cancellara, que consiguió su 3ª victoria en la prueba, tras los obtenidas en 2006 y 2010, al imponerse en el velódromo al belga Sep Vanmarcke, después de una carrera muy complicada a nivel táctico y con numerosas caídas. En el tercer puesto acabó Niki Terpstra, que superó a Van Avermaet y Damien Gaudin en el sprint del grupo perseguidor, mientras que el 6º fue Zdenek Stybar, integrante del grupo de cabeza junto a Cancellara y Vanmarcke hasta que chocó con un espectador en el Carrefour de l’Arbre, en un incidente similar al sufrido por Vandenbergh (aunque éste acabó en el suelo y Stybar pudo librar la caída) apenas 1 km antes.

El podio de 2013, con Cancellara, Vanmarcke y Terpstra. Foto © Roberto Bettini

A nivel de recorrido, el máximo referente de la prueba es la Trinchera de Arenberg. Situada junto a una mina de carbón, este tramo de pavé es el lugar más escénico de la ruta, con una recta interminable que atraviesa el bosque mientras una gran fila de aficionados animan a ciclistas. Como anécdota, mencionar que Jean Stablinski, campeón del mundo en 1962, trabajó en la mina de Aremberg antes de sufrir el traqueteo del tubular sobre los adoquines, siendo de hecho el que propuso a los organizadores la inclusión de este tramo.

Los otros 2 sectores de máxima dificultad que se atraviesan actualmente son Mons-en-Pèvèle (estrenado en 1983), con 3 km de longitud e incluyendo 2 curvas de 90º; y el Carrefour de l´Arbre (estrenado en 1980), ya más cerca de meta que los anteriores, siendo la última zona de adoquines realmente complicada de la prueba. Por otro lado, también es muy icónica la llegada en el velódromo de Roubaix, final desde 1943 (salvo un pequeño intervalo de 1986 a 1988) y al que los corredores tienen que dar una vuelta y media antes de acabar la prueba.

Roubaix, estreno de campeones … y de Arenberg

Transcurría el año 1968 y la sombra alargada de un nuevo dominador ya estaba presente, aunque muchos todavía no eran conscientes … sí, hablamos de Eddy Merckx. El belga ya había ganado, pese a su pronta edad (aún no había cumplido 23 años), dos Milán-San Remo consecutivas, en 1966-67, y el Mundial de 1967 por delante del holandés Jan Janssen y el español «Tarzán» Sáez, este último fallecido hace menos de un año.

Mundial 1967_Merckx_Janssen_Saez

El sprint del Mundial 1967, con Merckx, Janssen y Saez. Foto de ciclo21.com

En aquel momento, y a pesar de haber sido top-10 en el Giro de Italia de 1967, ganando además dos etapas (una de ellas en la cima del Blockhaus), aún había dudas sobre su posible futuro en las grandes vueltas, siendo considerado por muchos simplemente un velocista. No obstante, antes de asombrar al mundo en el Giro de 1968, era el turno de las clásicas de primavera. En el caso de la París-Roubaix se trataba de su 3ª tentativa, tras las de 1966 y 1967, cuando había terminado 15º y 8º respectivamente.

Así pues, el 7 de abril Merckx se dispuso a tachar un nuevo objetivo de la larga lista que aún le quedaba. Se salía de Chantilly y se llegaba a Roubaix tras 262 kilómetros, casi 57 de ellos sobre pavé, estrenándose un nuevo tramo de 2,4 kiómetros de longitud: Aremberg, desconocido hasta entonces pero que pronto se convertiría en el tramo más famoso e icónico de la prueba.

Merckx en uno de sus primeros ataques durante la carrera. Imagen de forums.sport.francetv.fr

El «infierno del norte» lo fue como siempre por los problemas mecánicos, caídas y demás incidentes habituales, si bien el tiempo no fue malo, con los corredores librándose de la lluvia … aunque había algunos tramos embarrados o con charcos.

Paso por Arenberg. Foto gibier3000.tumblr.com

El arcoiris del maillot de Merckx sobresalía por encima de todos los corredores, y más aún cuando, a 52 kilómetros de la llegada y tras varios intentos previos, Merckx destrozaba la carrera con un potente ataque, provocando inicialmente un cuarteto con Herman Van Springel, Edward Sels y Willy Bocklandt, todos ellos belgas.

El grupo de 4 en cabeza. Imagenes de Miroir Du Cyclisme

Sin embargo, en los km posteriores Bocklandt no podía con el ritmo de Merckx, quedando muy descolgado, mientras que Sels sufría un inoportuno pinchazo, lo que dejaba a Merckx y Van Springel solos en cabeza de la prueba.

Merkx_Springel_Roubaix 1968_Horton

Merkx y Springel camino de Roubaix. Foto Horton Collection

Y pasadas 7h 9´26″ de carrera, Merckx entraba victorioso en meta, con Van Springel  en el mismo tiempo pero sin llegar a amenazar su victoria, su primera Roubaix. Por detrás Godefroot, que había afrontado la persecución en solitario, no podía dar caza a sus paisanos, quedando 3º a 1’37, mientras que Sels acababa finalmente 4º, ya a más de 3 minutos. Merckx había conquistado, no sólo Roubaix sino también a todos los aficionados. Aremberg, por su parte, había llegado para quedarse.

Merckx al finalizar la carrera. Foto de forums.france2.fr

Merckx se mostraba exultante: «Estaba realmente deseando ganar una gran carrera con el arcoiris, es maravilloso». Semanas después ganaba su primer Giro de Italia, con 4 triunfos de etapa y exhibición incluída en Tre Cime di Lavaredo -> vídeo, cuando bajo unas condiciones meteorológicas terribles fue capaz de recuperar 9 minutos de ventaja que tenía la escapada al inicio de la subida, endosándole a su vez más de 4 minutos al resto de favoritos. A partir de entonces ya nadie dudaría de que era el mejor en todos los terrenos.

Volvería a vencer en Roubaix en 1970, con el equipo Faemino, y en 1973 con Molteni, también de arcoiris, pero sin duda aquella Roubaix fue especial para «el caníbal». Las piedras también eran para él. Van Springel, «Monsieur Bordeaux-Paris», sería también 2º en el Tour y en el Mundial. Fueron muchas las carreras que estuvo a punto de ganar este sensacional ciclista, pero la mala suerte de concidir con una generación inigualable de corredores, encabezada por el propio Merckx, le privó de muchos triunfos.

Y claro, hablando de campeones y ganadores en Roubaix con el arcoiris, no puede faltar Bernard Hinault. El bretón siempre odió las piedras, pero su coraje de campeón le hizo jurarse que correría el infierno del Norte hasta ganarlo, para despues olvidarlo para siempre. Y como una imagen vale más que mil palabras …

Imagen de cyclingart.blogspot.com.es

Se hacía de rogar, pero finalmente la gran oportunidad de Hinault en Roubaix iba a llegar en 1981, tras haber quedado 4º el año anterior, en una edición en la que Moser ganaba su tercera Roubaix. Era un buen momento, ya que además luciría el maillot de campeón del mundo conseguido el año anterior en el mítico Mundial de Sallanches, cuando sobre un durísimo recorrido, con 20 pasos por un circuito que incluía la cota de Domancy, destrozó a sus rivales -> clasificación / vídeo, llegando apenas 15 corredores a meta.

Hinault cruzando victorioso la meta de Sallanches. Foto de velochrono.fr

Y llegó el gran día, 12 de abril de 1981, con 263 kilómetros desde Compiegne a Paris y una amplia nómina de favoritos: De Vlaeminck, Moser (ganador de las 3 ediciones anteriores), Demeyer, Kuiper, Hinault, De Wolf, Kelly, Ducloss Lasalle, etc. Señalar que aquel año se cumplía una efemérides muy particular: hacía 25 años que un francés no ganaba la París-Roubaix, el último el gran Louison Bobet, el cual estaría presenciando en Roubaix la llegada … de Hinault.

Al igual que en la previa del mundial de Sallanches, Hinault «sorprendía» a sus compañeros de equipo diciéndoles que iba a ganar, que esta vez no se le resistiría esta carrera. Sin embargo, tras días previos con clima benigno, el día de la carrera la lluvia y el barro daban paso a imágenes dantescas, como ésta del belga Daniel Willems haciendo equilibrios sobre el barro:

Foto de cyclingart.blogspot.com

 Hinault, por su parte, también sufría, padeciendo múltiples pinchazos y varias caídas, aunque afortunamente sin consecuencias graves.

Hinault tras una de sus caídas. Foto de Pinterest.com

Inmediatamente «el tejón» se rehacía, recuperando posiciones. Ver al campeón francés luchando contra el barro, sin darse por vencido, era grande, al igual que el esfuerzo de los demás corredores.

Imagen de cyclingart.blogspot.com.es

El momento clave se produjo a 50 kilómetros de meta, cuando Ducloss Lasalle y De Vlaeminck atacaban y se iban por delante, formándose un grupo perseguidor con Moser, Kelly e Hinault entre otros, pero caídas de ambos les hacían perder la cabeza de la prueba, y ya a 18 kilómetros, con un ataque de Kuiper, se formaba el sexteto que se iba a jugar finalmente la carrera: Hinault, Moser, Kuiper, De Vlaeminck, Demeyer y Van Calster.

Roubaix1981_Hinault

Hinault entrando en uno de los tramos embarrados. Foto de Baroncheli

Los 6 fugados relevaban para impedir que llegara nadie por detrás. La victoria estaba adelante y a pesar de los recelos entre los fugados la diferencia no decrecía. Hinault seguía forzando, quería demostrar que era el más fuerte  … pero la fortuna no estaba tan de acuerdo y un perro negro se le cruzaba a 15 kilómetros de meta, estando a punto de acabar con sus opciones y provocando su caída, otra más.

El bretón, presa de una gran rabia, no solo enlazaba sino que a 8 kilómetros de meta atacaba siendo reducido por Kuiper, que ejercía de gregario de lujo para De Vlaeminck.

Roubaix 1981 Hinault

El «tejon» encabezando el grupo de 6 en los últimos km. Foto de Baroncheli

Una nueva caída de Hinault, esta vez sin consecuencias, hacía que el bretón llegara particularmente nervioso al velódromo, en el que Kuiper entraba en primera posición. Pero ahí llegaba el momento de Hinault … se daba cuenta de la dirección del viento y de la importancia de hacer la aproximación a meta en 1ª posición, encabezando el grupo al toque de campana.

Y a partir de ahí sprintar aumentando progresivamente el ritmo, aprovechando su mayor fondo, para acabar cruzando primero la meta bajo la atenta la mirada de un feliz Bobet, que veía como 25 años después por fin tenía su relevo -> vídeo de la llegada.

Hinault batiendo a Vlaeminck en el sprint final. Foto gibier3000.tumblr.com

Hinault descargaba toda su ira y felicidad al pasar la línea, sin duda el camino que había tenido que recorrer para tan gran triunfo había sido muy duro para el francés. Por fin había podido con «esos asquerosos adoquines». Por otro lado, De Vlaeminck era segundo y veía como su 5º triunfo en Roubaix seguía resistiéndosele, quedando sus 4 triunfos como récord en el palmares hasta la llegada de Boonen, que le empató en la edición de 2012.

La clasificación final dejaba bien a las claras la dureza y nivel de la prueba:

  1. Bernard Hinault (Renault-Elf) 6h 26′ 7». (40.87 km/h)
  2. Roger de Vlaeminck (DAF Trucks) m.t.
  3. Francesco Moser (Famcucine-Campagnolo) m.t.
  4. Guido van Calster (Splendor-Wickes) m.t.
  5. Marc Demeyer (Capri Sonne) m.t.
  6. Hennie Kuiper (DAF Trucks) m.t.
  7. Ferdi Van den Haute (La Redoute) a 1′ 16»
  8. René Bittinger (Mike-Mercier) m.t.
  9. Jean Chassang (Puch-Wolber) a 2′ 00»
  10. Fons de Wolf (Vermeer-Thijs) a 2′ 35»
  11. Frank Hoste (TI-Raleigh) m.t.
  12. Marco Cattaneo (Famcucine-Campagnolo) a 3′ 48»
  13. Eddy Planckaert (Splendor-Wickes) a 5′ 03»
  14. Johan Van der Velde (TI-Raleigh) m.t.
  15. Patrick Versluys (Boule d’Or) m.t.

Gran y emotivo momento en el podio de Hinault, junto a Bobet …

… cuya memoria había quedado vengada, la recordada victoria en 1956 del tricampeón del Tour  ya no era una losa para los franceses.

L´Equipe Roubaix 1956_Bobet

La portada de L´Equipe tras la victoria de Bobet en la edición de 1956

Sin duda, la París-Roubaix está hecha para los campeones. E Hinault lo era, al igual que Merckx y Bobet. Grandes corredores y eterna Roubaix, la «reina de las clásicas».

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