TOUR DE FRANCIA 2022

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Al igual que en las demás grandes vueltas, el análisis estará dividido en varias partes, para facilitar la búsqueda de la información y que no quede una entrada excesivamente larga.

En esta 1ª parte: análisis general e historia de la prueba.

Las demás entradas sobre el Tour 2022:

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Durante las próximas 3 semanas, del 1 al 24 de julio, se disputa la 109ª edición del “Tour de France”, la carrera por etapas más prestigiosa, así como la más esperada por una parte de los aficionados al ciclismo profesional, celebrándose este año en sus clásicas fechas de julio después de que el año pasado empezara una semana antes, para hacer hueco a los Juegos Olímpicos de Tokio, y de que en 2020 se retrasara hasta agosto debido a la pandemia del coronavirus.

La lucha por la general se presenta como un duelo entre Tadej Pogacar (UAE), vencedor de las 2 últimas ediciones, y el equipo Jumbo, con Primoz Roglic, 2º en 2020 y ganador de 3 Vueltas a España, y Jonas Vingegaard, 2º el año pasado, como bazas para derrotarlo. No obstante, ojo también al equipo Ineos, con Geraint Thomas, ganador 2018 y 2º en 2019, Daniel F. Martínez, vencedor de la Itzulia, y Adam Yates, 4º en 2016; así como a Alexandr Vlasov (Bora), aunque en Suiza tuvo que retirarse por Covid, y Ben O’Connor (Ag2r), 4º en 2021. Otros corredores importantes: Enric Mas (Movistar), entre los 6 primeros las últimas ediciones; Jack Haig, podio en la Vuelta, y Damiano Caruso (Bahrain); Guillaume Martín (Cofidis); Romain Bardet (DSM), podio en 2016 y 2017; Jakob Fuglsang (Israel), ganador Alpes Marítimos; Alexey Lutsenko (Astana), 7º en 2021; David Gaudu (Groupama), Louis Meintjes (Intermarche); Nairo Quintana (Arkea), 2º en 2013 y 2015, y Rigoberto Urán (EF), aunque no lleva buen año.

Sobre los clasicómanos, destacan Wout Van Aert (Jumbo), 5 etapas entre 2020 y 2021, apuntando a la regularidad, y Mathieu Van der Poel (Alpecin), vencedor del Tour de Flandes, estando también Peter Sagan (Bora), 7 veces maglia verde en el Tour; Mads Pedersen (Trek), 6 triunfos esta temporada; Matej Mohorič (Bahrain), ganador de San Remo; Alexander Kristoff (Intermarche); Benôit Cosnefroy (Ag2r); Michael Matthews (Bike Exchange) y Van Baarle (Ineos). Entre los sprinters puros: Fabio Jakobsen (Quick-Step), con 10 victorias esta temporada; Jasper Philipsen (Alpecin), 4 triunfos este año; Caleb Ewan (Lotto), mejor velocista en los Tours 2019-2020; Dylan Groenewegen (Bike Exchange); 4 etapas ediciones anteriores; y Danny Van Poppel (Bora). Curiosamente, en ambos casos las ausencias más importantes son del Quick Step, con Alaphilippe y Cavendish fuera de la carrera.

El perfil general de las 3 semanas de carrera

En cuanto al recorrido, la prueba se inicia con 3 etapas en Dinamarca, algo ya anunciado para 2021 pero que se retrasó hasta este año: crono individual de 13 km en Copenhague, con trazado muy técnico; etapa llana entre Roskilde y Nyborg con el viento como amenaza, cruzando el puente de Gran Belt; y otra jornada para sprinters con meta en Sonderborg. Tras el descanso, ya en Francia, llegan una serie de etapas tipo clásica, con una ruta plagada de repechos entre Dunkerke y Calais (4ª), con la última cota a 11 km de meta, antes de la etapa de Arenberg (5ª), una de las más esperadas al tener 11 tramos de pavé, sumando 19,4 km, aunque distintos a los usados en 2010 y 2014. La etapa de Longwy (6ª) es la más larga de este Tour, con 220 km y un buen enlazado de cotas, con el muro de Pulventeux antes de la subida final, afrontando al día siguiente la Planche Belles Filles (7ª) en los Vosgos, con 7 km al 8,7% al incluir el añadido de tierra estrenado en 2019, con puntas del 24%. El fin de semana, incursión en Suiza con la etapa entre Dole y Laussana (8ª), atravesando el Jura, aunque sin grandes puertos, para acabar en la subida al E.Olímpico, seguida por la jornada de Châtel (9ª), de regreso a Francia, con 193 km y los puertos de Mosses, Col de la Croix (desde km 16,5) y Pas de Morgins antes de la subida final -> perfil del encadenado, pudiendo dar juego.

Los 11 tramos de pavé de la etapa de Arenberg (5ª), sumando casi 20 km

Después del descanso, más montaña, con la jornada de Megève (10ª), que incluye varias subidas tendidas antes del irregular ascenso al altipuerto, largo aunque sin especial dureza, precediendo a 2 etapas de alta montaña en los Alpes: Col du Granon (11ª), con los Lacets de Montvernier y el espectacular Col du Galibier N -> todos los perfiles, que incluyendo Telegraphe está muy arriba en la lista de puertos más duros en carrera, antes de la brutal subida al Granon, que tiene 11,5 km al 9%, siendo la llegada a mayor altitud del Tour (2400 m) desde su estreno en 1986, con victoria de Chozas, hasta 2011; y Alpe d’Huez (12ª), a priori la etapa reina, con más de 4500 m de desnivel y los puertos de Galibier sur y la interminable Croix de Fer, con tramos duros y descansillos, antes de la famosa subida final -> reportaje del puerto, con 14 km al 8% y lo más duro al inicio, pudiendo haber grandes diferencias. A continuación hay tres etapas quebradas que rondan los 200 km: Saint Étienne (13ª), con varios pequeños puertos, además de una cota no puntuada a 8 km de meta: Mende (14ª), con el clásico final en el aeródromo tras el muro de la Croix Neuve, con 3 km al 10,5%, en una etapa de mucho desgaste; y Carcassonne (15ª), con solo 2 subidas puntuables pero múltiples repechos, dando opciones tanto a una escapada como a los velocistas completos.

La 11ª etapa, con meta en el Granon previo paso por el Galibier

Ya en la 3ª semana, turno para los Pirineos, con una etapa de 180 km acabando en Foix (16ª), incluyendo en el último tercio el Port de Lers, con 11,5 km al 7%, y el Col de Péguère, con 3,5 km finales al 12% por una ctra. muy estrecha, coronándose a 27 km de meta, la mayoría de descenso. La jornada siguiente es muy corta, con 130 km entre Saint Gaudens y Peyragudes (17ª), pero tras un inicio llano enlaza el Col d’Aspin, un clásico con 12 km al 6,5%; Hourquette d’Ancizan, tan irregular como escénico; Col d’Azet (el inicio es distinto); y la subida final a Peyragudes, con 8 km al 7,8%, acabando en el rampón del altipuerto. Y como cierre del bloque, Hautacam (18ª), con el encadenado del mítico Col d’Aubisque, con 1200 m de desnivel, y Spandelles, que por fin se estrena en el Tour, antes del ascenso final (cota 1525 m) -> otro perfil, incluído por 1ª vez en 1994, con exhibición de Indurain, y que tiene 6 km centrales al 9%. Al día siguiente, etapa llana en Cahors (19ª), con los favoritos teniendo la mente en la crono de Rocamadour (20ª), que con 41 km es la más larga del Tour desde 2014, teniendo un perfil básicamente llano pero con 2 cotas finales que pueden ser agónicas, decidiendo la general, quedando la jornada de París (21ª) y el clásico final en los Campos Elíseos como homenaje a todos los corredores que acaben la prueba.

Globalmente, un trazado favorable para los escaladores, con abundante montaña, pocas etapas llanas (salvo el inicio en Dinamarca) y la única crono larga el penúltimo día, destacando además el regreso del pavé, en una 1ª semana que puede marcar el desarrollo de la carrera. Sin embargo, haciendo una valoración crítica nos parece un recorrido decepcionante, ya que pese a tener buenos ingredientes, como grandes puertos, etapas en todas las cordilleras, jornadas tipo clásica y una CRI de 40 km, creemos que están mal «cocinados»: exceso de finales en alto (10, 5 en HC/1ª), lo que perjudica a los puertos de paso; poca originalidad, tanto en rutas intermedias como llegadas; abuso de etapas de montaña cortas, sin jornadas de gran fondo; y falta de otra crono, con la CRI larga llegando muy tarde. Parece que buscan llamar la atención a nivel mediático, con muchos días donde «puede pasar algo», pero intentando evitar que haya grandes diferencias. En cualquier caso, como siempre la última palabra será de los corredores. Y si se muestran combativos, lanzándose desde lejos y sin esperar a los finales, podrá verse un buen espectáculo.

Historia de la prueba


El origen del Tour de Francia data de inicios del siglo 20, cuando Geo Lefevre, redactor del periódico L´Auto (actualmente L’Equipe), le propuso a su director, Henry Desgranges, la celebración de una carrera ciclista que uniera las principales ciudades francesas, para conseguir aumentar las ventas del periódico y superar al diario competidor Le Velo. Así pues, en julio de 1903 y no sin dificultades, incluyendo un cambio de fechas respecto a lo que estaba previsto, se disputó la edición inaugural -> mapa, con 2.428 km divididos en 6 etapas y victoria final para Maurice Garin, con casi 3 horas de ventaja sobre el 2º clasificado y una velocidad media de 25,7 km/h.

Durante los primeros años los organizadores tuvieron muchos problemas para sacar la carrera adelante, lo que les llevó a buscar nuevos alicientes. De este modo, en 1905 la general se estableció en base a una clasificación por puntos (sumando la posición en cada etapa, siendo 1º el que acumulara menos puntos) en lugar de por tiempos, aunque volvería a calcularse de ese modo a partir del año 1913. Además, aumentó el nº de etapas, pasando de 6 a 11, y se sustituyó el Col de la Republique, la única dificultad montañosa de las primeras ediciones, por Ballon d´Alsace en los Vosgos y Bayard + Laffrey en los Alpes.

Esto reactivó la prueba, pero cuando en 1909 Francois Faber, un corredor de casi 90 kilos, ganó 6 etapas y la general, los organizadores decidieron arriesgar y estrenar los Pirineos en 1910, programando 2 etapas brutales, sobre todo por el kilometraje y condiciones de la época, con los puertos de tierra: Perpiñán-Luchon (289 km), con Port, Aspet y Ares; y Luchon-Bayona (326 km) -> perfil / galería de fotos, teniendo que subir Peyresourde, Aspin, TourmaletAubisque y Osquich. Durante esta 2ª etapa, al coronar el Aubisque, se produjo el famoso grito de Octave Lapize en contra de los organizadores: “Assassins, vous êtes des assassins!”. En el artículo Memoria de un asesinato se puede rememorar la gestación y desarrollo de esta etapa, aunque no está claro que fuera realmente así. De hecho el Tourmalet ya se había subido en 1902 por otra prueba menos conocida, aunque por la vertiente de Bareges.

Lapize en la 1ª subida al Tourmalet en el Tour (1910). Foto Arueda.com

A pesar de las quejas de los corredores, el éxito deportivo y mediático hizo que en 1911 los organizadores no sólo repitieran las jornadas pirenaicas sino que se atrevieran con el más difícil todavía: una etapa en el corazón de los Alpes, Chamonix-Grenoble (366 km) -> perfil, en la que se estrenó el impresionante Col du Galibier (cota 2550 m, atravesando el túnel), que hoy en día aún está entre los puertos más duros que se afrontan en carrera. El ciclista que coronó en primer lugar fue Émile Georget, que tras 2h y 38′ de ascensión sin poner pie a tierra exclamó ante los aficionados: “¡Os he dejado pasmados”!. El impacto del Galibier fue tal que el propio Desgranges abrió el periódico L’Auto al día siguiente con un “acta de adoración” a la grandiosidad del puerto y el esfuerzo de los corredores para superarlo.

Ya con Pirineos y Alpes consolidados en el recorrido, el Tour fue creciendo en importancia, aumentando el kilometraje y nº de etapas, con los récords de 5.745 km en 1926 y 31 etapas en 1937 (12 normales, 5 dobles sectores y 3 triples), dejando sólo de disputarse durante las Guerras Mundiales: de 1915 a 1918 y de 1940 a 1946. Y fue en 1919, tras el 1º de estos conflictos, en el que murieron 3 ganadores de la prueba (Lucien Petit-Breton, Francois Faber y el propio Lapize), cuando el Tour estrenó una de sus señas de identidad: el maillot amarillo para distinguir al líder de la general. El resto de maillots fueron introducidos mucho más tarde, con el verde de la regularidad y el blanco con puntos rojos de la montaña estrenándose en 1953 y 1975 respectivamente.

A lo largo de la historia de la carrera hay 4 corredores que destacan en el palmarés, teniendo 5 triunfos en la general: Jacques Anquetil (1957, 61, 62, 63 y 64), Eddy Merckx (1969, 70, 71, 72 y 74), Bernard Hinault (1978, 79, 81, 82 y 85) y de 1991 a 1995 Miguel Indurain, con “el caníbal” récord de etapas y días de amarillo, con 34 y 96 respectivamente, mientras que con 4 victorias figura Chris Froome (2013, 15, 16 y 17). Aclarar que hasta 2012 encabezaba el palmarés Lance Armstrong, con 7 triunfos consecutivos desde 1999 a 2005, pero su sanción por dopaje hizo que todos sus resultados desde agosto de 1998 fueran eliminados, quedando la victoria vacante debido a “la nube de sospechas que permanece desde ese periodo oscuro”, según palabras del comunicado oficial que publicó la UCI.

Mención especial merecen Philippe Thijs y “el fraile volador”, Gino Bartali, con 3 y 2 victorias respectivamente pero que sin los parones provocados por las guerras mundiales podrían haber alcanzado un palmarés aún mejor. De hecho, fueron capaces de ganar antes y después de los conflictos bélicos, con 10 años de diferencia en el caso de Bartali (1938 a 1948). Otros ciclistas con resultados de mucho mérito son Raymond Poulidor, con 8 podios, y Joop Zoetemelk, con 7 (incluída una victoria), ambos con carreras muy largas pero perjudicados al haber coincidido con Anquetil y Merckx en el caso de “Pou Pou” y el propio Merckx e Hinault en el de Zoetemelk.

Sobre los corredores españoles, hasta finales de los 50 sólo Bernardo Ruiz acabó en el podio (1952), pero desde entonces han sido grandes protagonistas, con victorias de F.M.Bahamontes en 1959 (más 2 podios y 6 maillots de la montaña); Luis Ocaña en 1973, un triunfo que podría haber conseguido ya en 1971 de no ser por su caída en el descenso de Mente, cuando era líder; Pedro Delgado en 1988 (más otros 2 podios); el “repóker” de Indurain en los 90; Oscar Pereiro en 2006, tras la descalificación de Landis por positivo; Carlos Sastre en 2008, con un gran ataque en Alpe d´Huez; y Alberto Contador en 2007 y 2009 (también acabó 1º en 2010 pero fue sancionado posteriormente), siendo el 3er país con más triunfos después de Francia y Bélgica, con 36 y 18 victorias respectivamente.

En cuanto al resto de categorías, el francés Richard Virenque tiene el mayor nº de victorias en la clasificación de la montaña, con 7 triunfos entre 1994 y 2004, superando las 6 que consiguieron dos de los mejores escaladores de la historia, el mencionado Bahamontes y Lucien Van Impe. Asimismo, el esloveno Peter Sagan domina la clasificación de la regularidad con 7 victorias (2012 a 2016 y 2018-2019), seguido por el alemán Eric Zabel, con 6 triunfos de 1996 a 2001, y el irlandés Sean Kelly, con 4 maillots verdes en la década de los 80. Por otro lado, Jan Ullrich y Andy Shleck empatan a 3 victorias en la clasificación de los jóvenes, aunque luego no respondieron a las expectactivas creadas, ganando la general sólo una vez.

El año pasado, ya de nuevo en julio salvo los primeros días, repitió triunfo Tadej Pogacar (UAE), en esta ocasión de un modo aplastante, abriendo grandes diferencias el día de Le Grand Bornand, cuando atacó en Romme y llegó con 3’20» de ventaja sobre los demás favoritos, ganando además 3 etapas y la montaña. Le acompañaron en el podio el danés Jonas Vingegaard, que tras la retirada de Roglic por caída asumió el líderato de Jumbo, y el ecuatoriano Richard Carapaz (Ineos), con Ben O’Connor y Wilco Kelderman completando el top-5. Destacar también a Mark Cavendish (Deceuninck), vencedor de 4 etapas y la regularidad; Wout Van Aert (Jumbo), ganador de 3 etapas; y Matej Mohoric, con 2 triunfos y cuyo equipo, Bahrain, se impuso por escuadras.

El podio de 2021, con Pogacar, Vingegaard y Carapaz

  1. Tadej Pogacar (UAE) 82 h 56′ 36″ (41.165 km/h)
  2. Jonas Vingegaard (Jumbo Visma) a 5′ 20″
  3. Richard Carapaz (Ineos Grenadiers) a 7′ 03″
  4. Ben O’Connor (Agr2 Citroen) a 10′ 02″
  5. Wilco Kelderman (Bora Hansgrohe) a 10′ 13″
  6. Enric Mas (Movistar Team) a 11′ 43″
  7. Alexey Lutsenko (Astana Tech) a 12′ 23″
  8. Guillaume Martin (Cofidis) a 15′ 33″
  9. Pello Bilbao (Bahrain Victorious) a 16′ 04″
  10. Rigoberto Urán (EF Education) a 18′ 34″

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Recorridos

A lo largo de su historia, una de las señas de identidad de la prueba han sido una serie de grandes puertos de paso que por su dureza, sin rampas exageradas pero largos y con mucho desnivel, y habitual presencia en carrera han sido claves en muchas ediciones, convirtiéndose en míticos, destacando, junto a los ya mencionados Tourmalet, Aubisque, Peyresourde y Galibier (este último protagonista de nuevo este año), los puertos alpinos del Col d’Izoard y Vars, estrenados en 1922; Glandon – Croix de Fer, en 1947; el Mont Ventoux en 1951, siendo después también meta; Madeleine en 1969, estrenándose en 1975 la dura vertiente S, aún más exigente; y el Joux Plane en 1978, más corto que los anteriores pero con mayor pendiente media, con casi 12 km al 8,5%, y teniendo además un peligroso descenso hasta Morzine.

En 1952 fue el turno para los primeros finales en alto, con el estreno de Alpe d´Huez“la montaña de los holandeses”Sestriere (desde km 11,2), en Italia, y el volcán del Puy de Dôme, en el Macizo Central, todos con victorias de Coppi. Lo curioso es que este tipo de llegadas, hoy en día muy abundantes, no gustaron en su momento, ya que la lucha podía quedar reducida a la subida final. Como ejemplo las declaraciones de Jacques Goddet, jefe de de ciclismo en L´Equipe: “Nada incita a militar por llegadas en alto”. Esto provocó que salvo cronoescaladas (Ventoux 1958 y Puy de Dôme 1959) no hubiera más finales en alto hasta 1961, y sólo 1 ó 2 en ediciones posteriores. Sería en la década de los 70 cuando empezaron a ganar protagonismo, incluyendo el retorno de Alpe d’Huez en 1976, desde entonces la subida más icónica de la prueba.

La etapa reina de este año repite el trazado de 1986, con Galibier, Croix de Fer y Alpe d’Huez

El lado negativo es que al repetir tanto ciertas subidas han dejado de lado otras igual o incluso más interesantes, con grandes puertos inéditos u olvidados desde hace años por los organizadores, destacando el potencial de varias regiones muy poco transitadas por el Tour, como los Pirineos Atlánticos (Arthaburu, Ahusquy, Burdinkurutzeta-Bagargi, etc), Alpes del Sur (CayolleChampsCouilloleTurini, etc) y la zona al este de la ciudad de Grenoble, destacando CoqLuitelAllevard, etc… así como las “caras b” de algunos puertos clásicos que siguen inéditas (salvo los tramos compartidos con la subida tradicional), como Luz Ardiden N, visto en Ruta del Sur 2017; o utilizadas desde hace décadas sólo de bajada, como Mont Ventoux O, sin subir desde 1972.

No obstante, en las últimos años ha habido grandes avances en este aspecto, con el estreno de Romme en 2009; Hourquette d´Ancizan en 2011; Grand Colombier, aunque no por vertiente más dura, y Peguere en la edición de 2012; Chatillón-Semnoz y la continuación de Alpe d´Huez, Col de Sarenne, con su espectacular descenso, en la edición de 2013; Petit Ballon y Chevreres en 2014; Col de Chaussy en 2015; el exigente Monte Bisanne (cota 1720 m) en 2016; y sobre todo en 2017, con la cordillera del Jura camino de Chambery, estrenando Col de Biche en profesionales, afrontando la vía directa de G.Colombier, con 3 km centrales durísimos, y recuperando Mont du Chat tras 4 décadas de olvido; y 2018, subiendo por 1ª vez en el Tour el Col de Gliéres, con 2 km de tierra, y el Col du Pré, además de estrenar el colosal Col de Portet tras asfaltar los km de tierra. En 2019 lo más novedoso fue el estreno de Prat d’Albis (hasta km 4,5) y recuperación del Col de Iseran, inédito como subida por vertiente sur desde 1963, mientras que en 2020 se estrenó Col de La Lusette en el Macizo Central, Issarbe-Hourcere en los Pirineos y el Col de la Loze en los Alpes, para ya este año recuperar el terrible Col du Granon, con el antecedente de 1986, y estrenar Spandelles, que seguía inédito en el Tour.

La jornada final de los Pirineos, con Aubisque y el estreno de Spandelles antes de Hautacam

Otra característica desde 1934, cuando estrenaron las cronos en el Tour, ha sido la gran cantidad de contrarreloj, con multitud de ediciones que entre CRI y cronos por equipos sumaban más de 100 km, no bajando de 170 entre finales de los años 70 y mediados de los 90, lo que unido a la dureza de la montaña hacía que para poder rondar la victoria los ciclistas tuvieran que ser muy completos, subiendo bien y a la vez siendo grandes rodadores (o muy superiores en algún terreno), con el equipo como otro factor clave si había CRE. Sin embargo, a partir de 2008 y con la única excepción del año 2012, cuando volvió a haber un prólogo y 2 cronos individuales largas, ha habido un claro descenso en el nº y longitud de las cronos, llegando a los extremos de 2015, cuando se batieron todos los records negativos de CRI, con apenas 14 km, y 2017, con el total más bajo de contrarreloj: 36,5 km (en 2015 la suma era más alta al haber CRE), una tendencia que se ha mantenido en los últimos años, con solo 37 km en 2020, aunque los 2 últimos años ha habido un pequeño repunte, aunque sin llegar a los 60 km totales.

Las cronos en las GV desde 1955 hasta 2014. Click para ver el artículo completo

En cuanto a la estructura, durante mucho tiempo el esquema del recorrido fue similar, algo provocado por las características orográficas del país pero también por el inmovilismo de los organizadores una vez que dieron con su trazado ideal. De este modo, desde mediados de los 60 hasta hace una década lo habitual era empezar con un prólogo, seguido por una 1ª semana de etapas llanas (y hasta los 80 con alguna jornada de pavé), incluyendo una larga crono por equipos y otra individual, para a continuación afrontar la alta montaña, ya fueran Alpes o Pirineos y normalmente rotando de una edición a otra, seguida por varias etapas de enlace antes de encarar el 2ª bloque montañoso y las jornadas de aproximación a París, con una CRI el penúltimo día.

Sin embargo, ya en los últimos años, con Prudhomme como director del Tour, ha habido muchos cambios respecto a la tradición de la prueba, tanto para bien, con menos etapas llanas en la 1ª semana y más media montaña, como para mal, con la reducción de contrarreloj y la falta de etapas de alta montaña de gran fondo, haciendo además que la última acabe en un HC (salvo excepciones). Así, después del notable recorrido de 2007, con una estupenda alta montaña y dos buenas cronos, faltando sólo más media montaña para el sobresaliente, llegó una edición 2008 novedosa, con una 1ª semana atractiva pero que después resultaba decepcionante al haber sólo una jornada con 3 grandes puertos, además de una estructura donde las etapas se estorbaban entre sí, con las llegadas en alto como final de bloque perjudicando las jornadas previas.

El trazado de 2009 fue aún más original … pero también más decepcionante, ya que tenía ideas interesantes pero creemos que muy mal ejecutadas: etapas de montaña sin finales duros pero con demasiado llano entre puertos o hasta meta, y una última jornada decisiva de montaña en vez de crono pero con final en alto y encima unipuerto. De hecho, en la mayoría de etapas había opciones mejores que las programadas. Además, la carrera estaba descompensada, con una 2ª semana muy floja y poca CRI (aunque más que en las últimas ediciones). En el lado positivo, el etapón de Le Grand Bornand, que provocó grandes diferencias en meta, con el 10º a más de 6 minutos, siendo la mejor etapa de las tres grandes vueltas en la temporada 2009.

Comparado con 2009, el recorrido de 2010 (clasificaciones) fue un gran avance: no más de 2 etapas llanas seguidas, mucha media montaña y una alta montaña variada, además de incluir una etapa con pavé, siendo globalmente un trazado muy duro. Pero no todo era positivo: de nuevo pocos km de crono, un diseño mejorable en algunas etapas y ni un sólo gran puerto novedoso, algo que si habían aportado ediciones previas. A la hora de la verdad, la pobre actitud de los favoritos en algunas etapas clave hizo que fuera algo decepcionante, aunque también hubo jornadas preciosas, como St. Jean de Maurienne -> vídeo, con el grupo totalmente roto en la  Madeleine, a 40 km de la llegada, y la mencionada jornada del pavé en la 1ª semana.

El trazado de 2011 se podía dividir en 2 partes: una 1ª mitad donde abundaban las jornadas llanas pero con final en repecho, y una 2ª mitad donde se acumulaban todas las etapas decisivas, con exceso de finales en alto duros (4 llegadas HC/1ª muy exigente) y apenas 42,5 km de CRI, una cifra escasa para un GV y que encima no llegaba hasta el penúltimo día. Esta descompensación, unida a una actitud “amarrategui” de la mayoría de favoritos, hizo que las 2 primeras semanas fueran muy aburridas, además de haber múltiples caídas, si bien la espectacular semana final, con grandes ataques lejanos de Contador camino de Gap y Alpe d´Huez, y de Andy Schleck en la etapa con meta en el Galibier, salvó la prueba, dejando un buen recuerdo en los aficionados.

En 2012 hubo un cambio radical, reduciendo la cantidad y dureza de finales en alto, recayendo el protagonismo en los puertos de paso, y aumentando crono, con dos CRI largas (algo que no sucedía desde 2007), teniendo las etapas decisivas más repartidas. Sin embargo, pese a una buena idea general fallaba la ejecución, con un orden y diseño de etapas mejorable. Finalmente, la carrera tuvo 2 partes muy diferentes: una 1ª mitad muy entretenida, con ataques lejanos de los favoritos en varias etapas … pero una 2ª con Pirineos decepcionantes y notándose la ausencia de Contador y Schleck, con un exagerado dominio de Sky, donde estaban los 2 corredores más fuertes, Wiggins y Froome, y la general decidida muy pronto.

Al año siguiente los organizadores dieron marcha atrás a varios de los cambios de 2012, al aumentar la dureza de finales en alto y reducir la longitud de las cronos (además de hacer que la 2ª fuera mixta, incluyendo 2 puertos), con una cantidad sorprendente de novedades para ser la 100ª edición, como el inicio en Córcega y el estreno de Sarenne. En general, la carrera fue bastante entretenida, aunque con el regusto amargo de que salvo el día de S.A.Montrond, donde los abanicos destrozaron el pelotón, no hubo ninguna etapa de sobresaliente, con la lucha entre los favoritos reducida a las subidas finales o el “coitus interruptus” de Bagneres de Bigorre, donde sí hubo batalla inicial pero después todo se calmó pese a que Froome estaba aislado.

En 2014 fueron un paso más allá, alejándose de gran parte de las características habituales de la prueba, con un trazado repleto de etapas nerviosas, teniendo especial protagonismo la media montaña, sobre todo en los primeros 12 días, y una alta montaña más blanda, aunque con bastantes llegadas en alto, habiendo sólo una crono, aunque de 50 km, que no llegaba hasta la 20ª etapa. Curiosamente, y aunque por diferentes motivos, el desarrollo acabó siendo parecido al de 2012, con una 1ª mitad entretenida, destacando el etapón de Arenberg, con lluvia y pavé, pero viéndose unos Pirineos decepcionantes (salvo la etapa de Luchon) y la general decidida muy pronto a favor de Nibali, que tras las caídas de Froome y Contador arrasó a sus rivales.

La ruta original de los últimos 70 km de Arenberg 2014. *Debido a la lluvia se suprimieron Mons en Pevele (ya «capado») y Orchies, quedando 13 km de pavé

El trazado de 2015 llevó al extremo la senda de cambios iniciada en 2008, con una 1ª semana muy movida, incluyendo jornadas tipo clásica y finales muro; aumento en el nº de etapas quebradas pero reduciendo a cambio las distancias, sin jornadas de alta montaña de >200 km; una enorme cantidad de finales en alto, con 9 llegadas en subidas puntuables (3 de ellas HC), más otros 3 finales en repecho; y sobre todo exagerada reducción de las cronos, con sólo 14 km de CRI, quedando un recorrido muy desequilibrado. A la hora de la verdad, el tiempo ganado por Froome en la Pierre St. Martin, más lo obtenido en la 1ª semana, resultó decisivo, si bien Quintana, que esperó demasiado, le puso en apuros el último día de montaña, con llegada en Alpe d’Huez.

El recorrido de 2016 era de nuevo favorable para los escaladores, sobre todo los más explosivos, debido a la abundante montaña, con multitud de etapas quebradas pero sin grandes kilometrajes, llegando el desgaste por acumulación al haber muchas jornadas exigentes pero ninguna agonística, si bien con la novedad de menos finales en alto, 5, y bastantes llegadas tras el descenso de un puerto, además de tener 2 cronos individuales, una de ellas cronoescalada, sumando 54 km. Sin embargo, pese a que a priori era un avance respecto a 2015, la falta de combatividad de la mayoría de favoritos, que desaprovecharon la montaña, hizo que la “lucha” por la general fuera muy aburrida, siendo más interesante la pelea por triunfos parciales y las escapadas.

El trazado de 2017 era bastante novedoso, destacando la distribución de la montaña, con etapas en las 5 cordilleras, incluyendo una jornada en el Jura con 3 HC, y la reducción de finales en alto, aumentando a cambio el protagonismo de los puertos de paso, mientras que en el lado negativo volvía a estar la escasez de crono, con dos CRI cortas que apenaban sumaban 36,5 km, quedando desequilibrado. A la hora de la verdad, la carrera fue más entretenida que en 2016, con hasta 4 etapas donde hubo batalla desde lejos entre los favoritos, si bien la sensación de que pese a las escasas diferencias Froome tuvo siempre la carrera controlada hizo que la valoración general no fuera muy positiva, aunque sí mejor que la del año anterior.

En 2018 el recorrido era una mezcla de años anteriores, sobre todo 2014 (pavé en la 1ª semana y Pirineos último bloque), 2015 (CRE y concentración de la montaña las 2 últimas semanas) y 2017 (estreno de grandes puertos y etapas de montaña interesantes), repitiendo de nuevo la poca contrarreloj, con solo una CRI y de 31 km, lo que unido a un aumento en la dureza de los puertos, tanto de paso como llegadas, hacía que estuviera muy desequilibrado. A la hora de la verdad, el excesivo dominio del equipo Sky, con 1º, 3º y mejor joven, junto a incidentes como la caída de Nibali en Alpe d’Huez, provocada por el público, dejó una sensación negativa, aunque también hubo buenas etapas, como La Rosiere y Laruns.

El Tour de 2019 tuvo mayor protagonismo de la media montaña, sobre todo durante la 1ª semana, con los Vosgos y Macizo Central, habiendo pocas jornadas llanas, y con etapas de alta montaña cortas: 3 de ellas de solo 120-130 km y no habiendo otras de gran fondo para compensar, con solo Valloire, que incluía Vars, Izoard y Galibier, superando los 190 km. además de la ya habitual escasez de crono, con apenas 27 km de CRI (más otros tantos de CRE). No obstante, lo que marcó la carrera fueron las tormentas en los Alpes, provocando que no se hiciera completa la etapa del Iseran, que estaba siendo la mejor con diferencia, con un gran Bernal, y que se modificara la ruta de Val Thorens, haciéndola unipuerto, volviendo a quedar un poso de decepción.

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